Se conocen como «sentidos de la Biblia» los diferentes niveles de interpretación que pueden tener los textos bíblicos. Éstos son:
1. Sentido literal. El sentido literal es el expresado directamente por los autores humanos inspirados por Dios; es indispensable y base para los demás sentidos. Puede ser propio o metafórico, según sea el sentido que dio el autor a las palabras, y puede referirse a una realidad concreta o a distintos niveles de realidad. Por eso es muy importante no caer en el literalismo (interpretar todos los textos al pie de la letra) ni en el subjetivismo (interpretar un texto según lo que el lector capta o desea leer en él).
2. Sentido espiritual. El sentido espiritual es el expresado por un texto bíblico, cuando se lee a la luz del Espíritu Santo en el contexto del misterio pascual de Cristo y de la vida nueva que proviene de él. Este sentido siempre se basa en el sentido literal. El sentido tipológico, que manejan muchos escritores sagrados, consiste en la interpretación de un texto antiguo a la luz de una nueva experiencia de fe y es un ejemplo del sentido espiritual.
3. Sentido pleno. El sentido pleno es un sentido profundo del texto, querido por Dios, pero no claramente expresado por el autor humano. Se descubre a la luz de otros textos bíblicos o en su relación con el desarrollo interno de la revelación. En realidad, el sentido pleno, si es que lo hubiera, sería ya el sentido espiritual del texto en cuestión, y sólo puede darlo la Sagrada Escritura, la Tradición o el Magisterio de la Iglesia.
Por lo tanto, puede decirse que un texto tiene básicamente dos sentidos: el literal y el espiritual o pleno. Primero hay que buscar el sentido literal para poder descubrir el espiritual. Después hay que preguntarse si además existe algún sentido pleno-espiritual.
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