miércoles, 26 de diciembre de 2018

Navidad con Jesús: nuestra Obra de misericordia.

Fuimos invitados por tercer año a vivir esta Navidad con Jesús, y una de las propuestas era realizar una obra de misericordia.

Nuestra comunidad resolvió realizar una colecta para tener una atención con los vecinos del Barrio Plácido Ellauri, donde el P. Cacho inició su labor.

A pesar de las dificultades económicas que se perciben, la comunidad fue muy generosa, y se llegó a una colecta de $ 4.040, con los que compramos 100 turrones, y 36 budines, que unimos a otros 50 que una persona que nos donó.

En la mañana del 24, como en la de hoy, junto a Angélica Ferreira y Mercedes Clara recorrimos el barrio para entregar este regalito, junto a un folleto que, en forma de cuento, mostraba el trabajo realizado en el barrio este año, con la consigna de invitar a los vecinos a renovar la esperanza de que es posible mejorar el barrio si nos unimos.

Una vez más fue hermoso constatar cómo la memoria del P. Cacho sigue viva en los vecinos, y aún más: cómo los vecinos a partir de lo trabajado este año se permiten soñar con más proyectos para reconstruir la comunidad.

Damos gracias a Dios por constatar su presencia en los vecinos, y a nuestra comunidad por la generosidad que nos permitió llegar a cerca de noventa familias.

lunes, 17 de diciembre de 2018

Proyecto Calandrias.

Uno de los proyectos que nuestra comunidad acompañó este año tiene que ver con una iniciativa de las maestras de la escuela "Países del MERCOSUR" de la calle Possolo, que nuclea a varias madres para reflexionar sobre la violencia de género.

Este proyecto se denomina "Calandrias", y pasó a reunirse en nuestra sede, a partir de la experiencia del grupo de mujeres del Barrio Plácido Ellauri, y de la Mesa de Coordinación Zonal; después de solicitar el apoyo de nuestra comunidad, ya que, se volvía difícil funcionar de la mejor manera en la sede de la escuela.

Es así que nuestra comunidad no sólo le abrió las puertas, sino que además, a través de Nora y Lucía, se ofreció a quedarse con los niños de estas madres, lo que posibilitó para ellas, hablar por primera vez en serio de lo que vive cada una, sin la interrupción de los niños.

Así, nuestra comunidad le ofreció a estos niños la posibilidad de merendar juntos, escuchar un cuento, dibujar y jugar, estableciendo un clima de familia que los hizo sentir "en casa".

Éste es otro de los regalos de Dios para nuestra comunidad, cuya vocación, según lo muestran sus ochenta años de historia, es escuchar el clamor del barrio, que no es otro que el de ese Dios que "se hizo vecino" (P. Cacho).

Compartimos con ustedes un video que realizó el servicio SOCAT de la Obra Ecuménica.

Último Consejo Parroquial de este año.

Este domingo realizamos el último Consejo Parroquial del año, con el que cerramos el ciclo de charlas con motivo de los ochenta años de la parroquia.

Este ciclo de charlas comenzó con la presencia del Cardenal Daniel Sturla, quien compartió con nosotros los orígenes de la Iglesia en el Uruguay, hasta la época de Mons. Aragone, quien nos erigió como parroquia. Al mes siguiente recibimos al P. Gustavo Monteverde, párroco de esta comunidad en la década de los noventa, quien nos contó sobre cómo era la Iglesia antes del Concilio Vaticano II. En mayo recibimos al P. Paul Dabezies, quien estuvo aquí como seminarista y fue de los pocos uruguayos presentes en Roma durante el Concilio. Él nos enseñó en qué consistió este acontecimiento, y qué cambios introdujo en la vida de la Iglesia. Posteriormente, nuestro expárroco, el P. Richard Arce, compartió con nosotros cómo la Iglesia de América, y en especial la nuestra, recibió lo promovido en el Vaticano II. El primer semestre culminó con la presencia del P. Pablo Bonavía, quien fuera párroco de nuestro 50º aniversario, y nos mostró cómo, fieles al Concilio y a la Conferencia de Medellín, "la parroquia la hacemos todos".

Iniciamos el segundo semestre con la presencia de la Prof. Rosa Ramos, quien compartió con nosotros el protagonismo de los laicos en la Iglesia. Al mes siguiente, la Lic. Mercedes Clara nos enseñó la relación entre evangelización y compromiso social, y este tema se complementó en octubre con la presencia de la Prof. Mary Larrosa, quien nos habló de la relación entre evangelización y promoción de la dignidad de la persona, iluminado por su experiencia junto al P. Cacho. En consonancia con lo trabajado en este segundo semestre, en noviembre recibimos la visita de los referentes de los distintos proyectos sociales que funcionan en la parroquia, que nos devolvieron cómo ven la comunidad, tanto ellos como las personas que participan de estos proyectos, y el punto en común, es que se sienten en casa.

Ayer volvimos a recibir a la Lic. Mercedes Clara, que nos ayudó a preguntarnos cómo seguimos escribiendo la rica historia de nuestra comunidad. Para esto, nos guió en una meditación que nos llevó a tomar contacto con lo que cada uno vivió, no sólo este año, sino a través de todo el tiempo de pertenencia a esta comunidad. Así, nos sentimos parte de esta rica historia de los ochenta años. Luego, nos ayudó con otra dinámica a soñar con el futuro de nuestra comunidad. El deseo común es ser hogar, familia, que nos podamos sentirnos unidos. Al finalizar, todos expresaron cuán bello fue el encuentro, y cómo nos fortaleció como comunidad. 

Para concluir, compartimos el almuerzo como familia. Damos gracias a Dios, por ser tan bueno, y ayudarnos a fortalecer como comunidad.

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sábado, 8 de diciembre de 2018

Domingo II de Adviento, ciclo C.

1ª lectura: Baruc 5,1-9; Salmo 126(125),1-2ab.2cd-3.4-5.6; Filipenses 1,4-6.8-11; Evangelio según San Lucas 3,1-6.

Queridos/as hermanos/as:

¡Qué bueno es Dios!, que hace maravillas por nosotros.

Seguimos avanzando en este tiempo de Adviento, tiempo de espera y preparación a la llegada del Señor en Navidad. Por eso, hoy escuchamos en el Evangelio la voz de Juan Bautista, esa voz que, como dijo el profeta Isaías, "grita en el desierto": "Preparen el camino del Señor".

Juan predicaba un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Hoy Juan nos dice a nosotros "Preparen el camino del Señor", preparen el corazón, saquen de él todo aquello que los aleja de Dios y los hermanos, abandonen los caminos del egoísmo, individualismo, consumismo que llevan a la frustración, y opten por el Camino Verdadero que lleva a la Vida, a la felicidad plena en Jesús. Entonces "todos verán la salvación de Dios".

Por eso, el profeta Baruc nos invita a sacarnos el traje de la angustia y la preocupación, y vestirnos de la confianza en el Dios fiel a las promesas que nos hizo. Nos invita a levantar la cabeza y la mirada hacia el horizonte: el horizonte de la Promesa de nuestro Salvador; a recordar las maravillas que hizo por nosotros, y a llenarnos de alegría con ellas. 

San Pablo nos invita a confiar en que Aquél que inició en nosotros la obra buena, la va a llevar a su pleno cumplimiento.
Con sus palabras le pedimos a Dios que nos ayude a crecer en el conocimiento de su amor, para discernir lo que es mejor, y así ser encontrados irreprochables el día que Cristo; y a María, nuestra Madre que nos ayuda, ella que por excelencia supo contemplar y proclamar las maravillas que Dios hace por su pueblo, nos ayude a descubrir su presencia amorosa, y las maravillas que obra en nosotros cada día, para que con ella digamos: "proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador, porque hizo en mí maravillas".

miércoles, 5 de diciembre de 2018

Retiro comunitario de Adviento.

El sábado 24 de noviembre celebramos nuestro Retiro comunitario de Adviento. La propuesta se desarrolló pensando en preparar el corazón para vivir este tiempo, a partir de los evangelios de los cuatro domingos.
Comenzamos a las 9 de la mañana y finalizamos a las 18 con la Misa. Compartimos el almuerzo con lo que cada uno aportó.
La dinámica estuvo organizada con cuatro charlas, dos de mañana y dos de tarde, cada una meditando un evangelio de los domingos de adviento. Después de cada charla hubo un espacio de meditación personal, luego de la cual nos reunimos para compartir lo meditado. Al finalizar la puesta en común tuvimos un breve recreo, lo que ayudó a generar un clima de mucha fraternidad.
La primera charla nos invitó a "tener ánimo, y levantar la cabeza, porque está por llegarnos la liberación". Revisamos qué cosas en el año nos habían "aturdido", siguiendo la expresión del evangelio del primer domingo. Al regreso, quemamos un papel donde habíamos escrito esas cosas. Así, luego de quitarnos el peso del aturdimiento, la segunda charla nos invitó a "preparar el camino al Señor", como Juan Bautista, allanando nuestros montes, rellenando nuestros valles, enderezando nuestros caminos, en expresión del evangelio del segundo domingo. Para preparar el camino, la tercera charla versó sobre "qué debemos hacer", que es la pregunta que en el texto del tercer domingo distintas clases de personas le dirigen a Juan. La respuesta es obvia, aunque difícil de vivir en su amplitud: amar. La última charla, de la mano de María, nos llevó a meditar sobre las maravillas que el Señor hizo por nosotros.
Para la Misa, estrenamos el espacio de celebración al aire libre, donde, días anteriores, Miguel con ayuda de Gabriel, construyeron un pequeño altar. La Misa nos ayudó a meditar cómo el "Sí" de María permitió el cumplimiento de la Promesa, y de allí, la importancia de que nosotros pronunciemos nuestro sí a Dios.
Al terminar, quienes participaron se mostraron muy agradecidos por esta jornada de oración, reflexión y fraternidad.

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lunes, 3 de diciembre de 2018

Agenda Parroquial


Consejo Parroquial de noviembre.

El pasado 30 de noviembre se celebró una nueva reunión del Consejo Parroquial Abierto.
Estuvimos charlando sobre temas de la comunidad y recibimos la visita de los referentes de los proyectos sociales que funcionan con colaboración de la comunidad.

Entre los temas de la comunidad destacamos:
- Evaluamos el Retiro comunitario de Adviento, que celebramos el 24 de noviembre. Fue una instancia muy positiva, no sólo a nivel espiritual, sino también a nivel fraterno, ya que, entre meditación y meditación teníamos un recreo que propició sentirnos en familia. Además, contra los pronósticos, el tiempo nos permitió disfrutar de nuestros jardines. 
- Ese día inauguramos el espacio de celebración al aire libre, gracias, en esta instancia a Miguel y Gabriel que construyeron un pequeño altar. De esta forma, concretamos el sueño de recuperar ese espacio para la comunidad. Recordemos que allí había un garage en peligro de derrumbe, con un auto abandonado y mucha basura. Además, colocaron focos en el exterior del templo para iluminar tanto el jardín como la vereda.
- Estamos invitados a vivir este tiempo de preparación para la Navidad con Jesús. En este sentido, comenzamos la colecta para nuestra obra de misericordia.
- A su vez, el 8 de diciembre estamos invitados a colaborar con los niños de la catequesis en el armado del pesebre.
- Ese día, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, celebraremos la Misa en la Capilla N. S. de La Luz a las 17 horas.
- El viernes 14 a las 18 tendremos la Muestra de fin de año de los proyectos que se reúnen en nuestra parroquia: Centro Juvenil Ombú; Grupo de mujeres “Arte Violeta” de Plácido Ellauri; grupo de madres y niños de la escuela de Possolo, y alguna propuesta más.
- El P. Adolfo anunció su retiro al Hogar Sacerdotal, y por esto celebraremos juntos dando gracias a Dios por su ministerio, el domingo 23 de diciembre a las 10 horas.

El Próximo Consejo Parroquial Abierto será el Domingo 16 de diciembre, luego de la misa. La Lic. Mercedes Clara nos guiará para que como comunidad respondamos a la pregunta ¿cómo seguimos escribiendo la rica historia de nuestra comunidad?

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domingo, 2 de diciembre de 2018

Domingo I de adviento, ciclo C.

1ª lectura: Jeremías 33,14-16; Salmo 25(24),1b-6.21; 2ª lectura: 1 Tesalonicenses 3,12-13.4,1-2; Evangelio según San Lucas 21,25-28.34-36.

Queridos/as hermanos/as:

¡Qué bueno es Dios! que, fiel a sus promesas, nos anima y sostiene en medio de las dificultades que vivimos.


Comenzamos hoy el tiempo de adviento, y con él, un nuevo año litúrgico. El tiempo de adviento es un tiempo de espera, y de preparar el corazón para la llegada de Jesús, en un doble sentido: la venida de Jesús al final de los tiempos; y la venida de Jesús en Navidad. Esto se explica porque la liturgia es actualización, es decir, no recordamos simplemente lo que pasó hace dos mil años, sino que celebramos que hoy Jesús nace entre nosotros.

El texto del evangelio que hoy leemos nos invita a reflexionar sobre la Venida de Jesús al final de la historia. Es un texto que presenta características del género literario apocalíptico. Un género literario es como un molde donde el escritor vuelca el contenido a trasmitir. Este molde o estructura presenta unas características propias que lo hacen reconocible. Debemos no dejarnos distraer por estas características, por el molde, y concentrarnos en el mensaje que se nos quiere trasmitir. En los textos apocalípticos, el "molde" está formado por una serie de imágenes impactantes, catástrofes en el cielo, en la tierra, en el mar, muerte, angustia, que no debemos permitir que nos distraigan del mensaje principal. ¿Cuál es este mensaje? En todos los textos apocalípticos la constante es que el mal despliega todo su poder y parece acorralar al bien, parece que el bien va a ser derrotado, pero al final es a la inversa, el bien es el que vence; la sola aparición de Jesús sana y calma todas las situaciones desesperantes. Por esto, paradójicamente, el mensaje de los textos apocalípticos es un mensaje de esperanza.

En el evangelio que hoy leemos debemos concentrarnos en dos grandes mensajes que nos trasmite Jesús:
1)  "tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación". Aunque los problemas nos invadan, aunque haya grandes conflictos a nuestro alrededor, somos invitados a "levantar la cabeza" y mirar más allá, mirar el horizonte, es decir, hacia dónde peregrinamos. Caminamos hacia el cielo y tierra nueva donde no habrá más llanto, ni sufrimiento ni muerte, porque todo lo de antes pasó, peregrinamos hacia la plena felicidad en plena comunión con Dios y nuestros hermanos. Ésta es nuestra esperanza: que la última palabra sobre nuestra vida no la tiene el dolor, el mal y la muerte, sino la Vida y Amor de Dios.
2) "Estén prevenidos y oren incesantemente". Es una invitación a esforzarnos por ser las mejores personas que podamos ser, como si Jesús fuese a aparecer de un momento a otro; a no dejarnos estar, sino, como dice San Pablo, a "crecer cada vez más en el amor mutuo y hacia todos los demás".

Todo esto es posible porque somos sostenidos por su promesa, que el profeta Jeremías hoy nos recuerda, la Promesa de que un Salvador nos nacerá, y apoyados en las palabras del salmista:
"Él nos guía por las sendas de la fidelidad".



A Dios vamos a pedirle con el Apóstol San Pablo,  que nos haga crecer cada vez más en el amor mutuo y hacia todos los demás, que fortalezca nuestros corazones en la santidad y nos haga irreprochables; y a María, nuestra Madre que nos ayuda, ella que es la mujer de la espera por excelencia, que nos regale preparar el corazón para que en esta Navidad Jesús vuelva a nacer en nosotros.

sábado, 27 de octubre de 2018

Domingo XXX del tiempo ordinario, ciclo B.

1ª lectura: Jeremías 31,7-9; Salmo 126(125),1-2ab.2cd-3.4-5.6; Hebreos 5,1-6; Evangelio según San Marcos 10,46-52.

Queridos/as hermanos/as:

¡Qué bueno es Dios!, que sana nuestras cegueras y nos ayuda a seguirlo por el camino.

Meditamos hoy otro hermoso encuentro entre Jesús y una persona que que ve su vida transformada. Es un texto para meditar con profundidad. No es sólo un milagro de Jesús que hace ver a un ciego: hay mucho más, que vamos a compartir, aunque evitando ser muy extensos.

El episodio ocurre en el camino que va de Jericó a Jerusalén. Jericó era una ciudad fronteriza, con mucho comercio, por lo que este camino era transitado en gran parte por personas que llevaban dinero para comerciar. De ahí que fuese también un camino peligroso, como nos lo cuenta Jesús en la parábola del Buen Samaritano.

Fuera del camino se encuentra "Bartimeo" es decir "el hijo de Timeo", un hombre ciego que pedía limosna. En el tiempo de Jesús, decir Bartimeo, es como decir nombre y apellido. El hijo de Timeo es una persona concreta que los primeros cristianos conocían. Este dato nos da seguridad de que este hecho no es una catequesis, sino un hecho histórico, porque el evangelista no se arriesgaría a nombrar a alguien con nombre y apellido solo para trasmitir una catequesis, porque todos conocen a Bartimeo, y saben lo que vivió.

Se encuentra fuera del camino, al margen del camino, es decir, marginado en el sentido pleno de la palabra. En el tiempo de Jesús, se creía que los enfermos, pobres, y desafortunados eran así porque "se lo merecían", porque habían pecado ellos o sus padres. Por lo que, se los consideraba pecadores, marginados de la sociedad y también de la relación con Dios, propiedad exclusiva de los "judíos puros", es decir, de quienes se ajustaban principalmente a los criterios de los fariseos. Por este motivo, cuando Bartimeo llama a Jesús, la multitud lo manda callar, como diciéndole "vos no merecés que el Maestro te dedique un tiempo; vamos a Jerusalén, donde está la gente importante, no podemos perder tiempo con un mendigo; además, si vamos a para a hablar con cada mendigo no vamos a llegar nunca". Esta multitud profundiza la marginación de Bartimeo, privándolo también de la relación con el Único que puede salvarlo. Pero la valentía del hijo de Timeo es fabulosa: no se deja callar, no permite que le construyan nuevos muros, él sabe que tiene derecho a acudir a Jesús, y por eso grita más fuerte "Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí". Este enunciado nos habla mucho de esta persona: conoce a Jesús; cree que Él es el Mesías anunciado por los profetas como descendiente de David; y profesa su fe de que Jesús puede hacer algo por él.

La reacción de Jesús es brillante. El venía en movimiento. El ciego estaba quieto. Ahora Jesús se detiene, compartiendo así la situación del ciego, haciéndose solidario con él, pero más aún: hace que aquellos que querían callar al ciego, sean los que ahora lo tienen que llamar; es como un gesto terapéutico para quienes acentuaban la marginación de Bartimeo: los que pronunciaban palabras de marginación, ahora deben hacerlo de integración. La expresión que utilizan es hermosa: "ánimo, levántate, Él te llama". Es una frase para guardar en la memoria y repetírnosla cada vez que nos sentimos angustiados y deprimidos. Hoy Jesús me dice "ánimo, levántate, te estoy llamando". Nosotros tenemos, a su vez, la misión de anunciar a los heridos de nuestro tiempo: "ánimo, levántate, Él te llama".

La respuesta del ciego es extraña:  "arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él". El manto era la única posesión de Bartimeo, su única seguridad; era su hábitat; con él se cubría del frío de la noche, con él cuidaba su vida de la hipotermia; en él guardaba las monedas de su sustento. El hijo de Timeo es capaz de dejar lo único que tiene para ir a Jesús. Pero algo más: si me imagino a un ciego sentado, para ir con Jesús lo visualizo parándose de a poco, con mucha precaución; pero este ciego da un salto, confiado plenamente en Jesús, es capaz de dar el salto aunque no vea nada; su actitud de discípulo le gana por lejos a muchos de los propios apóstoles. Bartimeo nos enseña a dar el "salto en la fe" confiados en Jesús, aunque no veamos con claridad.

A continuación Jesús hace una pregunta que parece tener una respuesta obvia: "¿Qué quieres que haga por ti?" Algún discípulo podría decirle a Jesús: "Jesús, ¿para qué le preguntás eso?, es obvio, quiere ver". Pero, al preguntarle, Jesús muestra varias cosas: 1) respeto a la libertad de Bartimeo: quizá su ceguera no era lo que más le dolía, quizá lo que más le dolía era su marginación, su distancia de la familia, su exclusión de la vida religiosa, etc.; 2) Jesús le devuelve, al que había sido privado de voz, la dignidad de persona, lo reconoce como interlocutor válido, esto es tan o más sanador que la propia cura de la ceguera; 3) dándole al hijo de Timeo la posibilidad de poner en palabras lo que consideraba su necesidad más urgente.

Bartimeo pide ver, porque, en realidad, los otros males que vivía derivaban de esa condición. Que se convirtiera en vidente no era una solución del estilo "y fue feliz para siempre": pasar a ver traía como consecuencia renunciar a la "seguridad", aunque escasísima, que tenía por tantos años de ceguera, dejar de pedir limosna, tener que buscar trabajo siendo ya adulto, buscar reconstituir todas sus relaciones, "crear" una vida como de cero. Pedir la vista no es solo la solución feliz de la ceguera, es emprender un viaje nuevo hacia lo desconocido, dejando la seguridad de lo que conocí hasta ahora.

Marcos no relata cómo Jesús le devolvió la ceguera, como que no interesa: lo que importa es que el encuentro con Jesús produjo un cambio radical de vida para una persona marginada por su ceguera. El que estaba ciego, quieto, al margen del camino, luego del encuentro con Jesús, ve, se integra al camino y está en movimiento con Jesús.

Un detalle más: la pregunta "¿Qué quieres que haga por ti?", es la misma que el domingo pasado le dirigió Jesús a Santiago y Juan, luego que éstos, de forma "desubicada" (fuera del lugar de discípulos le dijeran "queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir". Los apóstoles, como Bartimeo, tuvieron la oportunidad de pedirle a Jesús que los ayudará en sus necesidades más hondas. Sin embargo, los apóstoles pidieron los primeros puestos, el poder, muy lejos de lo que habían aprendido de Jesús. Hoy, Bartimeo, le gana por lejos a estos dos apóstoles, y digo esto no para criticarlos, sino para tomar conciencia de que, al igual que los apóstoles, somos aceptados por Dios con nuestros defectos y virtudes, y con su ayuda podemos convertirnos de personas comunes y corrientes en santos, como lo hizo con estos apóstoles. También Bartimeo nos enseña ser humildes: la gente sencilla ¡tiene tanto para enseñarnos!

Hoy vamos a meditar la pregunta de Jesús. Hoy, Jesús pasa por nuestra vida, y hoy nos pregunta: "¿Qué quieres que haga por ti?"

domingo, 21 de octubre de 2018

Domingo XXIX del tiempo ordinario, ciclo B.

1ª lectura: Isaías 53,10-11; Salmo 33(32),4-5.18-19.20.22; Hebreos 4,14-16; Evangelio según San Marcos 10,35-45.

Queridos/as hermanos/as:

¡Qué bueno es Dios!, que siendo el Omnipotente Creador del cielo y la tierra, por amor a nosotros, en Jesús, se hizo el servidor de todos; siendo el primero se hizo el último.

De esta manera se cumplió en Él la profecía de Isaías que leemos en la primera lectura: Jesús ofreció su vida para salvarnos, su fidelidad para reconciliarnos con Dios, cumpliendo así su voluntad. Ésto lo hizo amándonos hasta el extremo, hasta la muerte y muerte de Cruz.

Antes del episodio del evangelio que leemos hoy, Jesús le anuncia por tercera vez su Pasión a los discípulos, cómo será traicionado, torturado y asesinado, pero resucitado a los tres días. ¿Cuál es la respuesta de los discípulos? Pedirle los primeros puestos, buscar poder.

Es lastimoso ver que los discípulos no están en sintonía con Jesús. Él les abre el corazón, les anuncia lo que va a sufrir, y ellos... se preocupan por el poder. Además, la actitud de Santiago y Juan es "desubicada", en el sentido literal de la palabra: salen de su lugar de discípulos y se colocan en el lugar del maestro cuando le dicen "queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir", le ordenan al maestro lo que tiene que hacer según ellos. La pregunta de Jesús "¿Qué quieren que haga por ustedes?" es una preciosa oportunidad que pierden: le podrían haber pedido mucha gracia para ser mejores discípulos, pero no, le piden los primeros puestos. Jesús les hace notar sobre lo inadecuada de la propuesta, y les pregunta si serán capaces de pasar por lo que Él va a pasar. La respuesta de los dos Apóstoles es una muestra de soberbia: "podemos". Los otros diez se indignan con Santiago y Juan. ¿Por qué habrá sido? ¿Por no estar en sintonía con lo que el Maestro les acababa de revelar respecto a su Pasión? No lo creo. Más bien, se enojaron porque los otros dos les ganaron de mano, les sacaron ventaja, porque en definitiva ellos querían lo mismo. Ésto lo afirmo tomando en cuenta el discurso posterior de Jesús sobre el servicio; y lo digo no para criticar a los Apóstoles, sino para tomar conciencia de que Dios nos ama y nos acepta tal como somos, con nuestros defectos y virtudes, que Él no eligió a los Apóstoles por ser santos, sino que eran personas comunes que con su ayuda y amor llegaron a ser santos. 

A continuación, Jesús les vuelve a enseñar que "el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos"; y lo enseña de palabra y de obra. Jesús mismo, siendo el Primero, se hizo el último, por amor a nosotros. ¿Cuándo? Desde su Encarnación, pero especialmente en la cruz, donde muere como el más marginado, como un maldito. En la cruz realmente se hizo el último de todos, y gracias a ese amor entregado, también se cumplieron las palabras del salmo "el amor de Dios desciende sobre nosotros", y por eso, "la tierra está llena de su amor".

Es un regalo que no merecemos, pero es también una tarea. Como dice Hebreos: "permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe"... "Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno"; confiados en las palabras del salmo: "Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia".

A este Dios que es tan bueno, vamos a pedirle que nos regale su Gracia, para tomar conciencia de su amor entregado por nosotros en la cruz; y a María, nuestra Madre que nos ayuda, ella que es la "servidora del Señor" por excelencia, que nos regale humildad para evitar la tentación del poder, y seguir el ejemplo de su Hijo que "no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".

sábado, 13 de octubre de 2018

Domingo XXVIII del tiempo ordinario, ciclo B.

1ª lectura: Sabiduría 7,7-11; Salmo 90(89),12-13.14-15.16-17; 2ª lectura: Hebreos 4,12-13; Evangelio según San Marcos 10,17-30.

Queridos/as hermanos/as:

¡Qué bueno es Dios! que, como dice Efesiosnos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales, bienes que no se herrumbran ni apolillan, como dice la carta de Santiago.

Las lecturas de hoy nos invitan a reflexionar sobre cuáles son nuestras riquezas y en qué hemos puesto nuestro corazón.

El evangelio nos narra el encuentro de un hombre rico con Jesús, un texto que vale analizar detenidamente. Aunque no voy a hacer ahora un análisis exhaustivo, sin embargo, quiero señalar algunos aspectos que me parecen interesantes.

El hombre corrió, lo que muestra su interés, su deseo sincero de encontrarse con Jesús. Además se arrodilló, lo que indica que lo reconoce no sólo como Maestro, sino como "Alguien" más. Busca captar la benevolencia de Jesús cuando lo llama "Maestro bueno". Jesús lo corrige, haciéndole ver que sólo Dios es bueno. Lo hace como buen maestro, porque en realidad Jesús sí es digno del apelativo de Bueno. El hombre le pregunta sobre los "requisitos" para "acceder" a la vida eterna. Jesús le señala los mandamientos. El hombre le dice haberlos cumplido desde joven. Jesús lo mira con cariño, porque reconoce que el hombre sintió el llamado y está necesitado de un paso más: "Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme""Él, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes". Lo que hasta ahora parecía ser un encuentro que iba a permitir que una persona mejorara en su seguimiento a Jesús, ahora se convierte en una experiencia de tristeza. Estamos en presencia de una persona que sinceramente buscaba a Jesús, y se sentía llamada a dar un paso más, pero no se anima a dar ese paso. Él buscaba el mayor de los Tesoros, y no es capaz de dejar sus tesoros con minúscula. Está frente al Bien con mayúscula, pero elige los bienes materiales con minúscula. Dijo haber cumplido los mandamientos, pero esta actitud lo desmiente. Él sabía de memoria el "Shemá" ("Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas"), sin embargo, no es capaz de vivirlo: ama más a sus bienes que a Dios. También conocía de memoria "amarás a tu prójimo como a ti mismo", pero es incapaz de compartir sus bienes con los pobres.

Este episodio desencadena una serie de sentencias de Jesús con un tono amargo. "¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!", lo que genera la reacción de sorpresa de los discípulos. Lo que Jesús quiere que comprendan es que la salvación "no se compra", "Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible". Él quiere que todos se salven, pero respeta nuestra libertad. 

Nuestro querido Pedro no puede con su condición, y una vez más hace alarde de su impulsividad recordándole a Jesús que él y sus compañeros lo dejaron todo para seguirlo. Esto es cierto, en parte. Pedro dejó todo, materialmente, pero no dejó sus expectativas ni ideas sobre lo que tenía que ser Jesús para él; ésto lo descubrirá en la Pasión del Señor. Luego de la Resurrección, Pedro se entregará realmente a la misión que Jesús le encomienda.

De todas maneras Jesús le responde con la promesa de recibir el ciento por uno. Lo interesante de esto es que lo promete "en este mundo" aunque "en medio de persecuciones". Es decir, que ya ahora nos regala el ciento por uno; deberemos cambiar la mirada, para saber descubrirlo en nuestra vida. Si con la ayuda de Dios lo logramos, descubriremos también que, como dice el salmo, sólo Dios puede saciarnos, y no existe nada absolutamente más valioso que su amor.

A este Dios, que es tan bueno, le vamos a pedir que nos ayude a tomar conciencia que nada se compara a su amor; y a María, nuestra Madre que nos ayuda, que nos proteja de poner nuestro corazón en riquezas que se pierden, y nos ayude a buscar el Tesoro en el cielo, que es el amor de Dios, el único que nos hace plenos, el único que nos hace felices. 

domingo, 7 de octubre de 2018

Domingo XXVII del tiempo ordinario, ciclo B.

1ª lectura: Génesis 2,18-24; Salmo 128(127),1-2.3.4-5.6; Hebreos 2,9-11; Evangelio según San Marcos 10,2-16.

Queridos/as hermanos/as:

¡Qué bueno es Dios! que, como dice la carta a los Hebreos, eligió hacerse nuestro hermano.

Este concepto es impactante; no sé si tenemos real conciencia de lo que esto significa: que el Señor omnipotente, Creador del cielo y la tierra nos llama sus hermanos. Y sabemos que esto no es solo una frase bonita. En Jesús, eligió compartir en todo nuestra condición, menos en el pecado; en Jesús se hizo realmente nuestro hermano. Y esto es plenamente coherente con su "pedagogía", con la manera en que se nos ha manifestado a lo largo de toda la historia: siempre eligió manifestarse en lo pequeño, en lo débil, en lo pobre. Por esto Jesús les enseña a sus discípulos que a quienes son como niños les pertenece el Reino de los cielos; pero debemos entenderlo bien: Jesús no nos llama al infantilismo, sino a confiarnos por entero en Dios como los niños se entregan confiados en brazos de sus padres (Santa Teresita).

Las lecturas de hoy, además nos invitan a reflexionar en el matrimonio como vocación. Recordemos que Dios nos llamó a la existencia por amor, para amar y ser felices, en plena comunión con Él y nuestros hermanos. Ésta es la vocación universal, que todos los seres humanos compartimos. Pero como cada uno de nosotros es un misterio inabarcable, con nuestros defectos, virtudes y características personales, esta vocación universal se hace personal en cada uno de nosotros, y se concreta en opciones definitivas de vida, algunos consagrándose a Dios en el Orden Sagrado y la Vocación religiosa, y otros consagrándose a Dios en el amor del matrimonio. Estamos diciendo que el matrimonio es "tan" vocación como el Orden Sagrado y la Profesión Religiosa. El matrimonio es el llamado de Dios a dos personas a ser sacramento de su amor, es decir, a dar testimonio con su vida del amor fiel de Dios por su Pueblo. Es por este motivo que el matrimonio católico es indisoluble, porque indisoluble es el amor de Dios por nosotros. Ésa es la vocación, que espera una respuesta libre de la persona, y es aquí donde aparecen las rupturas. Si sacerdotes y religiosas tienen muchos años de formación, si hacen psicodiagnósticos, y muchos también terapia, lo mismo deberían hacer los novios. Sé que esto es algo ideal, y es limítrofe con lo imposible, pero por lo menos desearía que los novios realmente se conocieran, que hayan atravesado alguna dificultad juntos, etc. La vocación es para siempre; es nuestra respuesta la que falla. De aquí vienen la separación, el divorcio y todos los sufrimientos que éstos producen. por eso, debemos rezar mucho y acompañar a los matrimonios que conozcamos, porque su respuesta fiel es tan importante como la del sacerdote o el/la religioso/a.

Por último, es bueno recordar los gestos de Jesús con los niños, y como la liturgia es actualización, HOY Jesús nos abraza y nos bendice. 

A este Dios que es tan bueno, le vamos a pedir que ayude a quienes no han descubierto aún su vocación para que tengan la valentía de responder a su llamada, y que a quienes ya hemos respondido nos ayude a permanecer fieles; y a María, nuestra Madre que nos ayuda, Madre y Modelo de toda vocación, que nos regale ser humildes como ella, para que, haciéndonos como niños, nos encontremos un día juntos en la fiesta del Cielo, allí donde no habrá más llanto ni dolor porque todo lo de antes pasó.

sábado, 6 de octubre de 2018

Nuestra participación en la 12ª Maratón de lectura del barrio.

Como ya hemos contado, nuestra parroquia integra la Mesa de Coordinación Zonal que reúne instituciones de los barrios Plácido Ellauri, Marconi y Las Acacias. Esta Mesa organiza todos los años una Maratón de lectura llamada "Contamos contigo", inspirada en un tema elegido entre todos.

Este año el lema es "Habitando territorios. Nutriéndonos de historias", y la propuesta es rescatar la rica historia de los barrios que habitamos, que muchas veces es olvidada por la fuerte estigmatización que produce la crónica roja.

Quisimos participar de este proceso con nuestros grupos de apoyo escolar del Barrio Plácido Ellauri. Nos reunimos con Mercedes Clara y los estudiantes de la Universidad Católica que nos están acompañando, y entre todos surgió la iniciativa de recuperar la historia del lugar que utilizamos para nuestra reuniones: el centro comunal "Estrellita de Mar". Consideramos también la necesidad de revivir la memoria de este lugar en los vecinos, y para ello, debíamos confeccionar un folleto explicativo. Entonces, vimos la oportunidad de trabajar con los niños en la elaboración de este folleto, que nos permitiría abordar múltiples destrezas. Los niños realizaron un trabajo formidable. Luego planificamos el encuentro con los vecinos.




Así, hoy, nos reunimos frente a la casa de Angélica, realizamos algunos juegos, planificamos la recorrida por el barrio en cuatro equipos. Los niños, acompañados por adultos, fueron los encargados de contar la historia del Estrellita y preguntar a los vecinos sobre qué les gustaría que hubiese en ese lugar. Fue una experiencia hermosa ver cómo los niños dialogaban con los vecinos, y cómo se entrelazaban relatos de una misma historia. Al finalizar almorzamos juntos.

Quedamos con el corazón muy agradecido, por las maravillas que Dios nos sigue mostrando, de la presencia de Cacho que nos acompaña, de sentir que él sigue caminando por el barrio, y de cuánto se puede hacer, si uno cambia la mirada, y mira al barrio con amor.

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Apoyo escolar en el barrio Plácido Ellauri.

El mes de setiembre estuvo muy cargado de actividades, y hace tiempo queremos contarles una hermosa experiencia que iniciamos hace más de un mes, el apoyo escolar en el barrio Plácido Ellauri.

Todo comenzó con una charla informal con Angélica Ferreira, amiga del Padre Cacho. Ella nos contó de su sueño de reunir a los gurises del barrio en frente a su casa para darles apoyo escolar, pero no se animaba a hacerlo sola. Le ofrecimos el apoyo de la parroquia. Le pregunté si se podía usar el salón comunal del barrio, y se sorprendió de no haberlo pensado antes. Juntos empezamos a soñar con esa posibilidad.

En el festejo del Día del Niño que se celebró en la casa de Angélica recibimos la visita de Mercedes Clara, autora del libro "Padre Cacho. Cuando el otro quema adentro" que forma parte, además, del área de extensión estudiantil de la Universidad Católica, y de Alberto, un estudiante de intercambio. Con él estuvimos hablando de nuestro sueño.

A la semana siguiente, nos comunicaron desde la Universidad Católica que seis estudiantes nos acompañarían en este proyecto, que pasó de ser un sueño a una hermosa realidad. A la otra semana comenzamos con unos ocho niños, acompañados por Daniela, la única uruguaya, Derek del país vasco, y William de Estados Unidos, Angélica y quien les escribe. Por la tarde vinieron más de diez niños y nos acompañaron Laia de Catalunia, Sheila del país vasco, y Marcio de Brasil.

En muy poco tiempo estos estudiantes se ganaron el cariño de los niños, trabajamos en aprendizaje y recreación, y se logró un proceso que tuvo un hito importante hoy, inaugurando la maratón de lectura, que va en nota aparte.

De esta manera, con la ayuda de Dios, tratamos de seguir el legado que Cacho nos dejó (su sueño), de preocuparse por los niños y las mujeres del barrio (para los varones él pensaba sobre todo en los derechos laborales.

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sábado, 29 de septiembre de 2018

Domingo XXVI del tiempo ordinario, ciclo B.

1ª lectura: Números 11,25-29; Salmo 19(18),8.10.12-13.14; Epístola de Santiago 5,1-6; Evangelio según San Marcos 9,38-43.45.47-48.

Queridos/as hermanos/as:

¡Qué bueno es Dios!, que nos ama y acepta tal como somos, y porque nos ama nos llama a ser un pueblo de sacerdotes, reyes y profetas.

Dice Jesús que el "Espíritu sopla donde quiere", y por eso puede manifestarse a través de personas que, a decir de Juan, "no son de los nuestros". El Espíritu no se deja encerrar en nuestros esquemas. Sabemos con certeza que Él actúa en la Iglesia, pero jamás podemos afirmar que fuera de ella no lo hace; el Espíritu no se deja encerrar. Lo vimos tanto en la primera lectura, donde Moisés hace una expresión de deseo que se vuelve profética, y cuyo alcance desconocía cuando dijo "¡Ojalá todos fueran profetas en el pueblo del Señor, porque él les infunde su espíritu!". Ésto, que en Él es una expresión de deseo, en nosotros es ya realidad, gracias al Bautismo.

Por el Bautismo, que es actualización del acto supremo de amor de Dios entregado en la Cruz, participamos de su muerte y resurrección; morimos al "hombre viejo" caracterizado por la falta de comunión con Dios y los hermanos, y nacemos a una vida nueva en Jesús. En el Bautismo se "corta" todo lo que nos aleja de Dios. En este sentido es que tenemos que entender las palabras tan duras de Jesús sobre nuestras manos, pies y ojos. No podemos entender este texto en sentido literal, porque entonces seríamos todos lisiados. Jesús nos invita a "cortar" con todas aquellas actitudes y acciones (manos) que rompen nuestra comunión con Dios y nuestros hermanos; a "cortar" con la actitud de "correr tras otros dioses" (pies) que nos llevan a la frustración y perdición como personas; y a "arrancarnos" esa mirada (ojos) siempre pronta a juzgar a nuestros hermanos, a ver lo negativo de la realidad únicamente, mirada que nos aleja de Dios y nuestros hermanos. El Bautismo nos libera de todas estas situaciones porque "somos bañados en el amor de Dios", morimos a la condición de seres separados de Dios y resucitamos como miembros de Cristo, Sacerdote, Rey y Profeta. Al formar parte del Cuerpo de Cristo, participamos de su riple condición y así somos pueblo de sacerdotes, reyes y profetas, cumpliéndose de esta manera la profecía de Moisés.

Éste es un regalo muy grande que ciertamente no merecemos. Es nuestra mayor riqueza, no como la de este mundo que, como dice el Apóstol Santiago, se apolilla, herrumbra y nos echa a perder, sino una riqueza que no se pierde. Es un regalo, pero también una tarea, porque no admite ser vivido egoístamente, pide salir, comunicarse. Es un regalo que exige mantener la comunión, viviendo el mandamiento del amor, que es la ley perfecta de la que habla el salmo.

Es un regalo y una tarea. Jesús nos llama a ser sacerdotes que ofrezcan cada día su vida por amor a Él y los hermanos; a ser profetas, que anuncien al pueblo el inmenso amor de Dios que nos salva a un mundo que ha perdido el sentido; y reyes, corresponsables del crecimiento de la comunidad.

A este Dios que nos ama tanto, vamos a pedirle que nos ayude a tomar conciencia de este regalo; y a María, nuestra Madre que nos ayuda, que nos permita ser como ella, misioneros de este amor que es el único que nos sana y salva.   

sábado, 22 de septiembre de 2018

Domingo XXV del tiempo ordinario, ciclo B.

1ª lectura: Sabiduría. 2, 12. 17-20; Sal 53, 3-4. 5. 6. 8; Santiago. 3, 16; 4, 3; Evangelio según San Marcos. 9, 30-37.

Queridos/as hermanos/as:

¡Qué bueno es Dios! que, en Jesús, es un Maestro Bueno que nos enseña con paciencia.

El texto del evangelio que meditamos hoy nos habla de esto, de Jesús Buen Maestro. 

Jesús anuncia a sus discípulos la Pasión, pero ellos parecen estar en otra sintonía. Él les está hablando al corazón, les está enseñando aparte, algo muy importante que la multitud no está preparada para oír, pero ellos no lo escuchan. Mientras Jesús habla de su condena y muerte, ellos se cuestionan sobre quién de los Doce es el más importante. Esta actitud es escandalosa, pero el evangelio varias veces nos cuenta cómo los discípulos parecen no entender nada. Jesús lo constata, y ni siquiera necesita que respondan su pregunta ¿qué venían conversando? 

¡Tanto nos conoce Jesús! y entonces, con infinita paciencia y amor, les vuelve  a enseñar "Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos". Lo enseña de palabra, pero sobre todo con su vida. Él, siendo el Primero, en la cruz se hizo el último de todos por amor para salvarnos. Su entrega de amor en la cruz es el supremo servicio que hizo a la humanidad. Quien quiera seguirlo debe tomar su cruz, servir como Él sirve. Como parecen aún no entender, Jesús pone como ejemplo a un niño. Como sabemos en la época de Jesús el niño no era tenido en cuenta en absoluto, es el ejemplo más patente de quien no tiene poder. Sólo quien se hace así de humilde, quien reconoce que sin Dios no puede nada, es el que puede abrirse a su acción maravillosa.

Santiago, en el fragmento de la carta que leímos, muestra haberlo comprendido. "Pues donde existen envidias y espíritu de contienda, allí hay desconcierto y toda clase de maldad". Donde hay búsqueda de poder hay competencia, rivalidad, enemistad, etc. Un discípulo de Jesús está llamado a ser testigo del único que nos une, nos da paz y hace felices. Su amor es tan grande y gratuito que es inútil competir por él.

Ser humilde no es fácil, en una cultura que nos lleva a ansiar el éxito, a veces sentimos la tentación de acceder a sus seducciones. Pero el Señor nos asiste como nos dice el salmo:  porque "Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida".

A este Dios tan bueno, le vamos a pedir que nos ayude a servir como su Hijo, que no vino a ser servido sino a servir; y a María, nuestra Madre que nos ayuda, ella que es la mujer humilde por excelencia, nos regale imitar su humildad y su disponibilidad al Espíritu, para que su Palabra sea fecunda en nosotros.

sábado, 15 de septiembre de 2018

Domingo XXIV del tiempo ordinario, ciclo B.

1ª lectura:  Isaías 50,5-9a; Salmo 116(114),1-2.3-4.5-6.8-9; Epístola de Santiago 2,14-18; Evangelio según San Marcos 8,27-35. 

Queridos/as hermanos/as:

¡Qué bueno es Dios!, que protege a los sencillos, como dice el salmo y lo demuestra toda la historia de la Salvación.


Hoy contemplamos un texto del evangelio que, como tantos otros, da mucho para meditar.

Primero: la pregunta de Jesús es como un termómetro que muestra qué es lo que la gente de su tiempo piensa de Él. Pero es, sobre todo, una pregunta para meditar hoy: ¿quién es Jesús para mí? No voy a responder porque cada persona debe hacerlo. Lo que sí voy a señalar es que, si Jesús no es una persona importante en nuestra vida, vamos mal. Si Jesús es sólo una "presencia simpática" de domingo que olvido durante la semana, y no transforma nuestra vida, estamos errando el camino. También erramos si lo consideramos importante, pero no seguimos sus enseñanzas, si no somos coherentes. Los invito entonces a meditar esta pregunta: ¿quién es Jesús para ti hoy?

Segundo: Jesús anuncia lo que le va a suceder por ser fiel al proyecto de amor del Padre por nosotros: anuncia su Pasión. En Él se cumplen las palabras del profeta Isaías que meditamos en la primera lectura. Jesús asume las consecuencias de su decisión confiado en que el Padre lo sostiene, y en que, como dice el salmo, "El Señor es justo y bondadoso, nuestro Dios es compasivo; el Señor protege a los sencillos". 

Tercero: Una vez más, nuestro querido Pedro nos representa con sus actitudes contradictorias. A la pregunta de Jesús sobre quién dicen los discípulos que es Él, Pedro, en nombre de los doce, hace una profesión de fe, que en el evangelio paralelo de Mateo le hace merecedor de una felicitación de Jesús. Sin embrago, igual que tantos de nosotros, da tres pasos y echa por tierra el reconocimiento logrado instantes antes. Su impulsividad, y el deseo de "no perder" a Jesús lo llevan a "desubicarse", en el sentido literal de la expresión, dejó su sitio de discípulo y se puso en lugar de maestro al reprender a Jesús. La respuesta de Jesús, que parece muy dura, lo "re-ubica" al decirle "ve detrás de mí", es decir, "vuelve al lugar del discípulo", y lo hace reflexionar sobre la distancia que muchas veces hay entre nuestros pensamientos y los de Dios. El llamar a Pedro Satanás, que en hebreo significa "adversario", nos hace reflexionar, según el discernimiento de San Ignacio de Loyola, cómo muchas veces el mal espíritu se "disfraza" de buen espíritu, y busca alejarnos de la Voluntad de Dios, a veces a través de personas que queremos tanto, y con propuestas que son "buenas". Es decir, la intención de Pedro es "salvar la vida" de Jesús, pero para eso es necesario que Jesús deje de ser fiel, deje de anunciar el evangelio, se esconda, y por tanto, no nos salve; muy lejos de la Voluntad de Dios, y muy beneficioso para el mal espíritu.

Cuarto: De ahí que Jesús continúe con una enseñanza para todos los discípulos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará". Así nos ayuda a distinguir entre vida y Vida, es decir, podemos mantener la vida física, pero perdernos como personas, al romper la relación con Dios y nuestros hermanos, o podemos aspirar a la Vida plena, en plena comunión aunque esto implique riesgo para la vida física. En otro momento nos dice: "¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si se pierde a sí mismo?" Por otro lado la expresión "cargar la cruz" merece una aclaración: no es una llamado a la resignación como muchas veces se lo ha interpretado, como por ejemplo, cuando una persona acepta el maltrato de su esposo/a porque "es la cruz que le tocó cargar", u otras expresiones por el estilo. A lo que Jesús se refiere con cargar la cruz es a asumir las consecuencias de amar como Él ama, "amar hasta que duela" decía la Madre Teresa, amar hasta las últimas consecuencias, amar hasta dar la vida. Sabemos que amar así se nos hace difícil, pero es Dios mismo el que nos regala su Gracia para hacerlo posible, "porque Él escucha el clamor de mi súplica, porque inclina su oído hacia mí cuando yo lo invoco".

A este Dios tan bueno, le vamos a pedir que nos ayude a amar como Él nos ama; y a María, nuestra Madre que nos ayuda, que interceda para que pongamos siempre primero la Voluntad de Dios antes que la nuestra, para que cada vez más nuestros pensamientos se parezcan a los de Dios.

sábado, 8 de septiembre de 2018

Domingo XXIII del Tiempo Ordinario, ciclo B.

1ª  lectura: Isaías 35,4-7a; Salmo 146(145),7.8-9a.9bc-10; Epístola de Santiago 2,1-5; Evangelio según San Marcos 7,31-37.

Queridos/as hermanos/as:

¡Qué bueno es Dios!, que sana nuestras sorderas y nos devuelve la voz.

Contemplamos otro episodio donde a una persona, el encuentro con Jesús le cambia la vida. 

Un sordomudo es curado mediante gestos y palabras de Jesús. Pero esta sanación es mucho más que física. Sabemos que en el tiempo de Jesús, personas con enfermedades o discapacidades eran considerados responsables de su dolencia, es decir, consideraban que sus dificultades se debían a su pecado o el de sus padres. Esta mentalidad dejaba a este tipo de personas aisladas de la comunidad, y también de la relación con Dios, cargándolas de sufrimiento. La sanación física que le regala Jesús tiene como consecuencias otras sanaciones: la persona es reintegrada a la comunidad, es como una "sanación social"; con su acción Jesús demuestra que Dios no abandonó al sordomudo, que, como dice la carta de Santiago, "Dios no hace acepción de personas", y que la no es responsable de su dolencia. Jesús sana a la persona integralmente, liberándola de un sufrimiento que llamaría existencial, es decir, de una dolorosa existencia; es como si esta persona naciese de nuevo. No creo que Jesús necesitara hacer los gestos que hizo para sanar al sordomudo, y ¿por qué los hizo? Porque respeta y asume nuestra naturaleza, y sabe que necesitamos signos concretos, palpables, de su presencia y su amor. Estos mismos gestos y palabras, Jesús los dejó en la Iglesia, en lo que llamamos sacramentos, para que hoy nosotros nos encontremos realmente con Él.

De esta forma se cumple en Jesús la profecía de Isaías: "Dios mismo viene a salvarlos!".  Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos;  el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa; el páramo se convertirá en un estanque y la tierra sedienta en manantiales... Porque, como dice el salmo: "El Señor hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos, libera a los cautivos, abre los ojos de los ciegos, y endereza a los que están encorvados. El Señor ama a los justos, protege a los extranjeros, y sustenta al huérfano y a la viuda".

Con razón la gente decía admirada: "Todo lo ha hecho bien"

A veces, también nosotros parecemos ciegos y no sabemos descubrir la presencia de Dios en nuestra vida; otras veces parecemos sordos, y no escuchamos su Palabra ni la de nuestros hermanos; y muchas veces somos mudos, que no hablamos del amor de Dios a otros. También como comunidad a veces nos portamos así. A veces siento que la comunidad está como muda, y eso no es sano, porque deja toda la responsabilidad en la mano de los sacerdotes, olvidándose que éstos están "de paso" (la comunidad es la que permanece), y que la misión del sacerdote no es ser jefe de un ejército, sino servidor de la comunidad, siguiendo el ejemplo de Jesús, que no vino a ser servido sino a servir. Es necesario que la comunidad haga oír su voz, que participe más en las decisiones, porque por el bautismo todos participamos de la condición de Jesús de ser Sacerdote, Rey y Profeta. Todos somos responsables de la comunidad.

A Dios, Padre Bueno, le vamos a pedir que nos sane de todo aquello que nos aísla de los demás y de su amor; y a María, nuestra Madre que nos ayuda, le vamos a pedir que nos proteja y ayude a asumir el compromiso que cada uno tiene para que la comunidad sea cada vez más como la Sagrada Familia, una familia donde reina el amor de Dios.