sábado, 30 de junio de 2018

Domingo XIII del tiempo ordinario, ciclo B.

1ª lectura: Sabiduría 1,13-15.2,23-24; Salmo 30(29),2.4.5-6.11.12a.13b; 2ª lectura: Carta II de San Pablo a los Corintios 8,7.9.13-15; Evangelio según San Marcos 5,21-43.

Queridos/as hermanos/as:

¡Qué bueno es Dios!, que saca bienes de nuestros males y vida de nuestras muertes.

Contemplamos hoy un hermosísimo fragmento del evangelio según San Marcos, y en él, cómo el encuentro con Jesús es fuente de salud y nueva vida.

A Jesús lo sigue una gran multitud, pero Él sigue privilegiando el encuentro personal, uno a uno. 

Por un lado, aparece Jairo, jefe de la sinagoga y le ruega por su hija agonizante. Jesús deja lo que tenía pensado hacer para acompañar a Jairo a la casa. En eso, por otro lado, una mujer enferma de hemorragias se acerca a Él con la esperanza de que solo tocando el manto de Jesús, se viera sana. Esta mujer sufría desde hacía doce años, había gastado todo lo que tenía en médicos que no habían dado con la cura. Humanamente, no había nada bueno que esperar, no había esperanza posible. Pero el encuentro con Jesús la sana. Tocó su manto y se sanó. Jesús preguntó quién lo había tocado, lo que suscita la pregunta lógica de sus discípulos: "te aprietan por todas partes y preguntas ¿quién me ha tocado?" Pero Jesús seguía mirando, consciente que algo importante había pasado. La mujer se dio cuenta, se acercó y contó la verdad. "Tu fe te ha salvado. Vete en paz", fue la respuesta de Jesús. Quien no tenía esperanza, la encontró en Jesús, y gracias a Él su mal fue convertido en bien.

En ese momento llegan personas de la casa de Jairo a comunicarle que su hija había fallecido, que no tenía caso molestar al Maestro, porque humanamente no había nada bueno que esperar, no había esperanza posible. Pero Jesús dirige a Jairo una frase que lo rescata de la desesperanza: "No temas, basta que creas". Al llegar a su casa encuentra el alboroto típico de los velatorios de la época. La expresión de Jesús,  "¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme", provoca la burla de los presentes. Jesús desaloja la sala: solo lleva a Pedro, Santiago y Juan, signo de que va a haber una manifestación que no todos pueden ver. Un gesto de la humanidad de Jesús: invita a pasar al padre y a la madre. Dirige a la niña la frase "Talitá kum", que significa: "¡Niña, yo te lo ordeno, levántate", y la niña vuelve a la vida para la felicidad de todos. Otro gesto que parece pasar desapercibido, pero que es una inclusión genial del evangelista que nos muestra una vez más la profunda humanidad de Jesús: "dijo que le dieran de comer", como ayudando a los padres a poner los pies en el suelo después de tanta felicidad y devolviéndoles su responsabilidad en el bienestar de la niña. Una vez más, una situación donde no cabía la esperanza encuentra en Jesús una respuesta nueva, sacando bien del mal, y vida de la muerte.

Con estos milagros, Jesús deja ver cuál es la Voluntad de Dios, anticipada en el libro de la Sabiduría: "El ha creado todas las cosas para que subsistan"; nos creó por amor, para amar y ser felices, en plena comunión con Él y nuestros hermanos. Los milagros nos anticipan ese "cielo nuevo y tierra nueva", donde ya no habrá llanto, ni enfermedad, ni dolor, ni muerte, porque todo lo viejo pasó.

También en estos dos milagros se cumplen las palabras del salmista: "Tú, Señor, me levantaste del Abismo y me hiciste revivir, cuando estaba entre los que bajan al sepulcro". También son un anticipo de lo que va a suceder con el mismo Jesús. Y todo esto porque, como dice San Pablo, en su generosidad "nuestro Señor Jesucristo... siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza"

Muchas veces nosotros también vivimos situaciones de mucho dolor y angustia, y momentos donde no encontramos esperanza. El evangelio de hoy nos invita a  a buscar el encuentro con Jesús, que es el único que nos sana y nos salva, y a invocarlo como el salmista: «Escucha, Señor, ten piedad de mí; ven a ayudarme, Señor». Entonces Jesús también vendrá a nuestro lado y nos dirá "No temas, basta que creas", yo te lo ordeno, levántate", y así, podremos decir con el salmista: "Yo te glorifico, Señor, porque Tú me libraste". "Tú convertiste mi lamento en júbilo, ¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente!"

A este Dios que nos ama tanto, le vamos a pedir que nos libre en esas situaciones que hacen peligrar nuestra esperanza; y a María, nuestra Madre que nos ayuda, que podamos seguir creciendo en la fe en este Dios, que saca bienes de nuestros males y vida de nuestras muertes. 

Saludo del P. Pablo Bonavía con motivo del 80ª Aniversario de la parroquia.

Ha sido un mes muy intenso, por eso, recién hoy compartimos el hermoso mensaje del P: Pablo Bonavía, quien fuera párroco de nuestra comunidad en el tiempo del cincuentenario.

CARTA A LA COMUNIDAD DE  POSSOLO EN SU 80º ANIVERSARIO

A la comunidad cristiana de los Sagrados Corazones, la querida parroquia de Possolo:

Impedido de estar hoy físicamente con ustedes quiero hacerles llegar mi profundo agradecimiento a Dios por los años compartidos con ustedes. Muchos saben la huella imborrable que dejó en mí su alegre y sencilla fraternidad, su capacidad de resistencia y perdón, así como la participación en las actividades solidarias del barrio y sus familias. Hoy, sin embargo, al celebrar sus 80 primeros años de vida, quiero decirles que lo mejor está por venir. Estoy seguro de que el Espíritu Santo seguirá engendrando en ustedes la experiencia transformadora de encuentro comunitario con el Dios de Jesús, quien ‘siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza’. Acompañados con fuerza y lucidez por Leonardo, su actual párroco, también por Adolfo y el diácono Francisco, en fidelidad al testimonio entrañable del Padre Cacho, ese seguirá siendo su aporte insustituible a la Iglesia toda de Montevideo que lo necesita más de lo que ustedes se pueden imaginar.

Con todo cariño y gratitud,


pablo bonavía

Montevideo, 12 de junio de 2018

jueves, 21 de junio de 2018

Homilía del 80º Aniversario de la parroquia de Possolo.

Queridos/as hermanos/as:

¡Qué bueno es Dios!, que como dice el Padre Cacho, “bajo a los barrios y se hizo vecino” (poesía de Navidad). Pido prestadas estas palabras a Cacho para referirlas a esta comunidad. En nuestra comunidad, Dios se hizo vecino para nuestro barrio.
Nuestra parroquia se creó el 12 de junio de 1938, a partir de una capilla del Santuario del Cerrito, en respuesta a la demanda a los inmigrantes italianos que querían tener su sede de culto en la zona. La capilla (de 1932) estaba dedicada a Nuestra Señora del Santísimo Sacramento cuya imagen, una hermosísima talla en madera, preside nuestro templo. El crecimiento de la zona trajo como consecuencia la necesidad de crear la parroquia, que quedó bajo el pastoreo de los pujantes misioneros de los Sagrados Corazones, de los cuales seguramente el más “famoso” es el P. Tuccilo, por la gran obra que hizo en Piedras Blancas, comunidad que surgió desde Possolo. Por eso, nuestra parroquia puede decirse “madre” de otras comunidades. El crecimiento de la comunidad de Piedras Blancas llevó a los misioneros a entregar la parroquia al Clero de Montevideo en el año 1950.
Con la llegada de Mons. Parteli a Montevideo, comenzó una etapa de cambio, asumiendo como párroco Antonio Ramírez junto a Paco Berdiñas. Estos grandes sacerdotes junto a sus sucesores convirtieron nuestra parroquia en referencia para la Diócesis a nivel de compromiso social. Nuestra comunidad estaba constituida por muchos movimientos inspirados en el Vaticano II, y que venían “al pelo” de un barrio obrero por un lado, y profundamente carenciado por otro. 
Durante la Dictadura, mucha gente del barrio y de la comunidad parroquial sufre allanamientos, detenciones arbitrarias; otros se tienen que ir del país con todas las consecuencias traumáticas para sus familias y dejando atrás lo poco que tenían. En pocos meses veinte matrimonios jóvenes integrados a grupos de la parroquia se tienen que ir del país. Nuestra sede es allanada varias veces por las Fuerzas Conjuntas. A pesar de eso, la parroquia es “santuario” de libertad en esos años tan oscuros.
Al volver la democracia, la comunidad fue acompañando los distintos tiempos del barrio y el país.
Lo que queremos decir es que, nuestra comunidad tiene una vocación. Nació como respuesta de Dios al clamor de la parte de su Pueblo que vivía en esta zona. Es una comunidad que conserva en su interior el llamado a atender una y otra vez a este clamor; y es en este sentido, que podemos ver al Padre Cacho como un regalo de Dios para nuestra parroquia. Nadie como él, supo escuchar esa voz que “le quema adentro”, la voz de los pobres de nuestra zona.
Sin embargo, relatar esta historia no pretende ser un resumen de acontecimientos pasados, sino que, por el contrario, se trata de “volver a pasar por el corazón” estos acontecimientos y personas “fundantes”, para sentirnos sanamente orgullosos de la herencia que recibimos, e interpelados por la responsabilidad de que esta rica historia la seguimos construyendo nosotros. 
Por este motivo, leímos el fragmento de los Hechos de los Apóstoles (2,41-47), donde se nos describen las características de la primera comunidad cristiana, referencia obligatoria para quienes queremos construir comunidad según las enseñanzas de Jesús. En aquella comunidad “vivían unidos; compartían todo cuanto tenían, vendían sus bienes y propiedades y repartían después el dinero entre todos según las necesidades de cada uno. Todos los días se reunían en el Templo con entusiasmo, partían el pan en sus casas y compartían sus comidas con alegría y con gran sencillez de corazón. Alababan a Dios y se ganaban la simpatía de todo el pueblo…” No obstante, sabemos, al continuar la lectura de este libro, que aquella comunidad también tenía sus defectos, porque si bien está habitada por el Espíritu, está constituida por personas frágiles, con defectos y virtudes, pero que Dios ama y acepta, porque como leímos en el salmo: “el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas las criaturas”. Inspirados en estos textos, soñamos con crecer como comunidad en esas características ideales de la Iglesia primitiva, pero sabiéndonos amados y aceptados tal como somos, e invitados a aceptar a los demás con sus defectos y virtudes, a ejemplo de Aquél que “es cariñoso con todas sus criaturas”.
San Pablo, en el hermoso himno de la Carta a los Filipenses (2,5-11), nos da la clave para iluminar nuestro camino: “tengan los mismos sentimientos de Cristo”. Invito a que cada uno, haga un examen de los sentimientos que expresa en la comunidad, y vea si son “los mismos sentimientos de Cristo”. La expresión de Pablo es tan contundente que no necesita más explicación. Además, este himno lo veo traducido en aquellas palabras de Cacho: “Dios se hizo vecino”; en palabras de Pablo: “no hizo alarde de su categoría de Dios… se hizo nada… se hizo uno de nosotros… rebajándose incluso hasta la muerte, y muerte de Cruz”. Si Cristo no hizo alarde de su categoría de Dios, quién soy yo para sentirme mejor que los demás. En la Cruz, Jesús asumió toda nuestra oscuridad, todo nuestro dolor, nuestra violencia, nuestra muerte; en la Cruz Jesús “tocó el fondo” de nuestra humanidad, y con su amor lo redimió. “Por eso, Dios lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre"; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble… y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre”. Con su Resurrección nos mostró el horizonte hacia el que caminamos, y nos regaló una fuente inagotable de esperanza, que Cacho supo expresar con la frase: “¡Coraje! Jesús venció, ni el pecado ni la muerte tienen la última palabra”.
“Dios se hizo vecino”: es lo que también leímos en el fragmento del evangelio de Mateo (25,31-40). Por amor, Jesús eligió identificarse con cada uno de nuestros hermanos y hermanas, en especial en los que más sufren. Una vez más tomamos contacto con la vocación de nuestra comunidad. Hoy, Jesús está entre nosotros, con hambre, sed, frío, está enfermo, solo o preso; hoy espera de nosotros que lo sirvamos en nuestros hermanos. La solidaridad a la que estamos llamados, no es cuestión de ideología, ni de partidos políticos, es evangelio puro.
Por todo esto damos gracias a Dios; por regalarnos ser herederos de esta rica historia, y por impulsarnos hoy a escribir los nuevos “capítulos” con nuestros propios puños y letras; le pedimos, por intercesión de María, que seamos fieles a su llamado, para que también hoy, a través de nosotros, los hermanos y hermanas de nuestro barrio sientan que “Dios bajó a los barrios y se hizo vecino”.

martes, 19 de junio de 2018

Fiestas Patronales y 80º Aniversario: Puesta a punto.

Queridos/as hermanos/as:

Ha sido, hasta ahora, un mes muy intenso para nuestra parroquia. Por eso, no hemos compartido noticias sobre las distintas fiestas que hemos celebrado, e intentaremos ahora dar un breve pantallaso.

El martes 5 de junio comenzamos los festejos por los 80 años de nuestra parroquia, recibiendo a los sacerdotes de nuestra zona (San Lucas), para su reunión mensual del presbiterio. Rezamos iluminados, por el evangelio y la palabra del Padre Cacho, cuya voz escuchamos gracias a un audio compartido por Mercedes Clara, autora del libro "Padre Cacho. Cuando el otro quema adentro". Luego, haciendo eco de la jornada de formación sacerdotal, meditamos sobre cómo anunciar a Jesús, nuestro Camino, Verdad y Vida. Posteriormente almorzamos juntos en la casa parroquial, donde se dio un clima de familia. Todos los que vinieron se fueron agradecidos por el recibimiento en nuestra casa.

El viernes 8, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, tuvimos Adoración Eucarística y luego Misa con celebración comunitaria de la Unción de los Enfermos. El sábado, algunas personas de la comunidad, a las que estamos muy agradecidos, vinieron a limpiar el templo, y adornarlo con las flores y plantas que otras personas generosamente nos donaron, a quienes también agradecemos.

El domingo 10 recibimos con agradecimiento la visita del Cardenal Daniel Sturla, quien nos presidió la Eucaristía, y nos habló del Sagrado Corazón de Jesús, como esa fuente de la que podemos sacar el agua de la salvación. También mencionó parte de la historia de nuestra comunidad, e informó que el P. Leonardo será nombrado Postulador de la causa de canonización del Padre Cacho, en lugar del querido P. Daniel Bazzano, fallecido en enero de este año. Animaron los cantos de la Misa las Hijas de la Natividad junto a Mario, a quienes les agradecemos cordialmente. En la tarde, algunas personas de la comunidad se reunieron para compartir un momento juntos, y sentirnos familia. Agradecemos de corazón su presencia. Para ver las imágenes haga click aquí.

El martes 12, fecha del 80º aniversario, recibimos la visita del P. Luis Fariello, párroco anterior al P. Richard, que nos presidió la celebración, y a quien también estamos muy agradecidos, ya que se ausentó de una reunión
importante para acompañarnos. Nos acompañaron, además del P. Adolfo, el Diácono Francisco, y parte de la comunidad, representantes de OBSUR, Mercedes Clara, Rosa Ramos, también por Amerindia Ximena Méndez; por la Veterinaria "Barrios Unidos" fundada por el Padre Cacho, la Dra. Esther Cidade, y Angélica Ferreira, amiga personal de Cacho y referente del barrio Plácido Ellauri, a quienes agradecemos su presencia. Nuevamente, la misa estuvo animada musicalmente por la Hijas de la Natividad de María. Luego, compartimos un brindis, de manera de generar un espacio de reencuentro, y de compartir entre aquellos que hace tiempo que no se ven, e incluso con quienes vinieron de "fuera". Partimos juntos la torta por los 80 años preparada por Alicia, a quien agradecemos, junto a la de Felisa, animados por la decana de la comunidad, nuestra querida Chinita. Para ver más imágenes haga click aquí.

Sabemos que a la hora de agradecer, terminamos siendo injustos, olvidando a alguien, no nombrando a alguien; por eso, agradecemos a todos los que, de distintas maneras, colaboraron en la celebración de estas fiestas.

Queda mucho por decir y reflexionar. Por ahora, recordemos que somos herederos de una rica historia; pero también recordemos que hoy somos nosotros quienes estamos escribiendo las nuevas páginas de la historia de nuestra comunidad. Pedimos al Señor que nos ayude a ser la comunidad que Él sueña, para que muchos, a través de nosotros se encuentren con Él.

sábado, 16 de junio de 2018

Domingo XI del Tiempo Ordinario, ciclo B.

1ª lectura: Ezequiel 17,22-24; Salmo 92(91),2-3.13-14.15-16; 2ª lectura: Carta II de San Pablo a los Corintios 5,6-10; Evangelio según San Marcos 4,26-34.

Queridos/as hermanos/as:

¡Qué bueno es Dios!, que nos regala su amor gratuitamente, y respeta nuestros tiempos de maduración.

En el evangelio de hoy, Jesús nos presenta dos parábolas sobre el Reino de Dios. ¿Qué es esto? En lenguaje sencillo, es el proyecto de amor de Dios para que nosotros seamos felices en plena comunión con Dios y con nuestros hermanos.

La primera parábola nos habla del crecimiento oculto y silencioso de una semilla. La primera interpretación que podemos hacer, es que el proyecto de amor de Dios por nosotros sigue creciendo, aunque por momentos las preocupaciones y angustias hacen que no lo veamos. Dios es fiel, su amor lo envuelve todo; su plan permanece, aunque todo lo demás falle.
En una segunda interpretación, podemos pensar en nuestra misión. A nosotros nos corresponde sembrar, es decir, anunciar, amar, dar todo por los demás; que ésto dé fruto, y cuándo lo hará, le compete a Dios. Solo Él conoce el crecimiento de la semilla, y Él respeta nuestro tiempo de maduración.

La segunda parábola nos habla del grano de mostaza que se convierte en la planta más grande del huerto. La primera interpretación que podemos hacer es del poder del amor de Dios y su Evangelio. El nuevo pueblo de Dios nació con unos pocos discípulos de un pueblo perdido en la campaña de Palestina, y por el poder y el amor de Dios, germinó en una familia universal que llamamos Iglesia, y que cobija bajo sus ramas personas provenientes de los cuatro puntos cardinales.
La segunda interpretación se relaciona con nuestra fe. Muchas veces sentimos que es pobre y débil pero, con la ayuda de Dios y nuestros hermanos, la podemos hacer crecer, hasta que se convierta en fundamento, en el sostén de nuestra vida, como ese arbusto debajo del cuál todas nuestras vivencias se pueden cobijar. Es ésto, lo que mueve a San Pablo a decir "nos sentimos plenamente seguros... porque nosotros caminamos en la fe", y también, como dice el salmo, porque el Señor es mi Roca, es decir, el fundamento sólido donde podemos construir la casa de nuestra vida.

Esta seguridad nos viene de la fidelidad de Dios, probada en la Cruz. Es interesante analizar con esta mirada la profecía de Ezequiel. Allí se nos habla: 
- de un brote: las profecías del Mesías lo denominan "el brote de Jesé", es decir, de la descendencia de David;
- plantado en la montaña más alta de Israel: que para los judíos siempre es Jerusalén;
- echará ramas y producirá frutos;
- Pájaros de todas clases anidarán en él, habitarán a la sombra de sus ramas;
exalta al árbol humillado;
 - hace reverdecer al árbol seco.
Desde antiguo los cristianos identificaron a la Cruz como ese árbol plantado en la montaña santa de Jerusalén, que produce frutos de salvación -por el amor fiel de Jesús hasta la muerte- y vida eterna -por la Resurrección-, que funda una comunidad, la Iglesia, bajo la cual se cobijan personas de toda la tierra. En la Resurrección de Jesús, Dios exalta al humillado, y hace reverdecer lo que parecía seco; una vez más saca bien de nuestros males, y Vida de nuestras muertes.
Un detalle más, que me comentó un amigo agrónomo. La profecía habla de un Cedro. Un Cedro no crece de un brote, es imposible. Esto la gente de Palestina lo sabía. Es un símbolo de que, una vez más, nada es imposible para Dios, porque Él, lo que dice, lo hace.

En definitiva, una vez más contemplamos el inmenso y gratuito amor de Dios por nosotros, y su fidelidad a la promesa de que seremos plenamente felices en comunión con Él y nuestros hermanos. Con razón el salmista nos invita a decir: "es bueno darte gracias, Señor".

A este Dios tan bueno le vamos a pedir que nos ayude a crecer en la fe; y a María, nuestra Madre que nos ayuda, Madre de la fe, que cuide con ternura de nuestra semilla, para que pueda dar frutos, y juntos lleguemos a cumplir el Plan de Dios: ser plenamente felices, en comunión con Él y nuestros hermanos.

miércoles, 6 de junio de 2018

Historia de la parroquia: 1988, 50 años.


37. En 1988 la comunidad sigue su marcha. Compartiendo las necesidades, los sufri­mientos y los esfuerzos de nuestros barrios en la búsqueda de una vida más humana para todos. Testimoniando desde dentro de ese caminar juntos la esperanza que nos sostiene: Jesucristo. Escuchando su palabra, celebrando su presencia, dejándonos penetrar por su Espíritu que todo lo transforma. Apoyándonos, corrigiéndonos fraternalmente, sabiendo que, como dice San Pablo, somos miembros los unos de los otros. Juntándonos en grupos de revisión de vida para ayudarnos a superar el individualismo y la pasividad, que siempre nos acechan. Para comprometernos en serio con los demás en la gestación de un mundo nuevo, apoyados en Aquel que nos precede e impulsa con su promesa y su fuerza.

38. Demos gracias a Dios porque al recorrer los 50 años de existencia de nuestra comunidad parroquial descubrimos un pasado lleno de valores vividos y de tes­timonios que nos estimulan a seguir caminando. Esta memoria viva nos ayude a construir con nuestro esfuerzo y nuestra confianza en Dios, un hombre, un barrio, un país más justo, fraterno y evangélico.

lunes, 4 de junio de 2018

Historia de la parroquia: P. Cacho y P. Pablo presos.


36. No faltan los momentos difíciles. El 10 de Febrero de 1988 el barrio fue conmocionado por un procedimiento policial desusadamente espectacular en torno a la casa parroquial. Dos menores que habían cometido un robo se refugian allí y la policía comienza a disparar a través de ventanas cerradas poniendo en peligro la vida tanto de los menores como del P. Pablo y Luis, un seminarista que estaba adentro. No finalizó en una tragedia porque Pablo, arriesgándose en medio de disparos logró llegar hasta un grupo de policías que había ingresado a la casa parroquial por una ventana y advertirles que no había resistencia. 
Pocos días después se llevan preso al P. Cacho quien pasa toda una noche en la comisaría por querer salir de garantía de que una señora del barrio San Vicente se iba a presentar a la policía y evitar así que ella pasara allí toda la noche.
Cuando al otro día el P. Pablo va a interesarse por Cacho a la comisaría lo detienen también a él por hablar con un detenido. El 15 de mayo roban la camioneta de la parroquia.

domingo, 3 de junio de 2018

Agenda parroquial en torno a las fiestas próximas.


Martes 12 de junio: Misa de los 80 años de la parroquia.


Viernes 8 de junio: Celebración comunitaria de la Unción.


Corpus Christi.

1ª lectura: Éxodo 24,3-8; Salmo 116(115),12-13.15-16.17-18; Hebreos 9,11-15; Evangelio según San Marcos 14,12-16.22-26.

Queridos/as hermanos/as:

¡Qué bueno es Dios!, que porque nos ama se hizo pan que nos alimenta y nos regala la vida eterna.

Celebramos hoy la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, una oportunidad para profundizar sobre el significado y la importancia de la Eucaristía en nuestra vida.
¡Qué bueno es Dios!, que nos conoce en profundidad, y porque sabe que necesitamos signos concretos, eligió permanecer entre nosotros en forma de un poco de pan y vino consagrados.

Como decimos luego de la consagración, “este es el sacramento/misterio de nuestra fe”. Como dijimos la semana pasada, es un misterio, algo que se nos manifiesta aunque no por completo, que nos implica, pero no se deja poseer por completo, que no se ajusta a nuestros esquemas mentales, pero si creemos en él transforma nuestra vida.

Sabemos que la Eucaristía fue instituida por el mismo Jesús en la Última Cena. En esa cena, Jesús instruyó por última vez a los discípulos antes de la Pasión. Fue una comida pascual. Los judíos celebraban en ese día la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto. Celebraban la Alianza que Dios hizo con su pueblo, como leímos en la lectura del Éxodo. Jesús cambió por completo el significado de esa comida al decir que el pan partido es su Cuerpo, y el cáliz, es el cáliz de la alianza nueva y eterna, de la sangre que será derramada para la salvación del mundo. De esta manera anticipó su acto de amor extremo en la Cruz, donde su carne será despedazada., y su sangre derramada, donde por su fidelidad nos reconcilió con Dios, nos salvó. Al agregar "hagan esto en memoria mía", pensó en nosotros, en todos aquellos que no estuvimos presentes en la Cruz, para que hoy, al celebrar la Eucaristía, actualicemos en nosotros los efectos salvíficos de la Cruz. Así es que la Eucaristía es un gran regalo del amor de Dios.

La Carta a los Hebreos nos enseña que el mismo Jesús es el garante de la Nueva Alianza. La Antigua Alianza fue muchas veces quebrantada por el pecado del pueblo. Esta Nueva Alianza es eterna, porque Jesús mismo con su fidelidad la selló para siempre. Aunque nosotros fallemos y con nuestras actitudes rompamos la relación con Dios, la Alianza no se quiebra, porque Él, Jesús, fue fiel hasta el fin.

Con razón el salmista se pregunta "¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo?" Pero Dios mismo estableció la Eucaristía como la acción de gracias por excelencia. Jesús nos dice en el Evangelio según San Juan, que Él es el pan vivo bajado del Cielo, pan que da vida, pan que nos regala la plena comunión con Dios y nuestros hermanos, pan que nos regala la verdadera felicidad.

Así que, si tendremos motivos para decir ¡qué bueno es Dios! Hoy le damos gracias por regalársenos como alimento.

A este Dios que es tan bueno, vamos a pedirle que nos ayude a crecer en conciencia de la Eucaristía como acto de amor; de que no importa que nos parezca "aburrida"; no importa si el sacerdote tiene más o menos carisma; si hay guitarra y coro o no; lo que importa es que celebramos que Dios nos ama tanto como para darse a nosotros como alimento. Y a María, nuestra Madre que nos ayuda, ella que nos dio a luz al Pan del Cielo, que nos ayude a tener un corazón disponible como ella a la acción del Espíritu y así podamos ser misioneros de su amor, que se hace realmente presente en cada Eucaristía.