''Cómo construir comunidad a la luz de la primera comunidad"
Por el P. Luis Fariello.
Hechos 2, 42-47.
42 Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. 43 Un santo temor se apoderó de todos ellos, porque los Apóstoles realizaban muchos prodigios y signos. 44 Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: 45 vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno. 46 Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón; 47 ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo. Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse.
Hechos 4,32-37.
32 La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos. 33 Los Apóstoles daban testimonio con mucho poder de la resurrección del Señor Jesús y gozaban de gran estima. 34 Ninguno padecía necesidad, porque todos los que poseían tierras o casas las vendían 35 y ponían el dinero a disposición de los Apóstoles, para que se distribuyera a cada uno según sus necesidades. 36 Y así José, llamado por los Apóstoles Bernabé –que quiere decir hijo del consuelo– un levita nacido en Chipre 37 que poseía un campo, lo vendió, y puso el dinero a disposición de los Apóstoles.
Comunidad - entre otras cosas - nos habla de poner en común y en vivir la comunión.
No hablamos de una agrupación, o de una institución, tampoco de un club deportivo o de otra índole donde la gente se puede agrupar por distintos centros de interés, o por la necesidad de hacer algo en conjunto.
La Comunidad, y en este caso la cristiana, se reúne porque a su vez es llamada, ¿por quién? Por el Espíritu del Resucitado, viene narrada después de Pentecostés. Es Jesús mismo quien a través de la enseñanza de los Apóstoles les va llamando para que conformen una nueva familia, no unida solamente por vínculos de sangre, sino y sobre todo por la fe en Jesucristo. Es mediante su Palabra que son nucleados, y se vuelven capaces de superar sus temores, sus diferencias, sus individualismos . La tristeza se vuelve alegría, el temor en valentía, la nostalgia del pasado en esperanza de presente y futuro.
No existe comunidad cristiana por tanto que se construya a sí misma. Ello es una arrogancia, una soberbia pretender hacer por nuestras propias fuerzas lo que solo puede ser hecho por manos del Padre creador, a través de su Hijo Jesucristo, con la fuerza del Espíritu Santo. Por tanto ¿Cuál será entonces nuestra manera de construir? En primer lugar pidiendo juntos el don de Dios de ser una verdadera familia de sus hijos. Participando en la fracción del Pan, es decir en la Eucaristía, la Misa, y luego también abrirse a esa gracia, a ese don recibido, para actuar desde él viviendo la actualización de estos elementos que se nos describen más arriba, en los textos de los hechos de los Apóstoles. También podemos mirar a las comunidades paulinas y desde luego apelar a nuestra historia de Comunidad en esta parroquia que desde 1938 está en este barrio, buscando servir.
¿Qué hacían los primeros cristianos para sentirse comunidad?
¿Cómo me suena hoy ese estilo de vida, me convence, siento que es posible llevarlo a cabo en esta sociedad, y especialmente en nuestro barrio?
¿Qué cosas son posibles hacer hoy, no para imitar, sino para encontrar nuestro propio estilo de ser comunidad de Jesucristo donde Él nos ha puesto?
Charla de la tarde. "Somos un Cuerpo.
Texto 1 Co 12,12-27:
12 Las partes del cuerpo son muchas, pero el cuerpo es uno; por muchas que sean las partes, todas forman un solo cuerpo. Así también Cristo. 13 Hemos sido bautizados en el único Espíritu para que formáramos un solo cuerpo, ya fuéramos judíos o griegos, esclavos o libres. Y todos hemos bebido del único Espíritu. 14 Un solo miembro no basta para formar un cuerpo, sino que hacen falta muchos. 15 Supongan que diga el pie: "No soy mano, y por lo tanto yo no soy del cuerpo." No por eso deja de ser parte del cuerpo. 16 O también que la oreja diga: "Ya que no soy ojo, no soy del cuerpo." Tampoco por eso deja de ser parte del cuerpo. 17 Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿cómo podríamos oír? Y si todo el cuerpo fuera oído, ¿cómo podríamos oler?
18 Dios ha dispuesto los diversos miembros colocando cada uno en el cuerpo como ha querido.
19 Si todos fueran el mismo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? 20 Pero hay muchos miembros, y un solo cuerpo. 21 El ojo no puede decir a la mano: "No te necesito". Ni tampoco la cabeza decir a los pies: "No los necesito". 22 Aun más, las partes del cuerpo que parecen ser más débiles son las más necesarias, 23 y a las que son menos honorables las tratamos con mayor respeto; cubrimos con más cuidado las que son menos presentables, 24 mientras que otras, más nobles, no lo necesitan.
Dios, al organizar el cuerpo, tuvo más atenciones por lo que era último, 25 para que no se dividiera el cuerpo; todas sus partes han de tener la misma preocupación unas por otras.
26 Si un miembro sufre, todos sufren con él; y si un miembro recibe honores, todos se alegran con él.
27 Ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno en su lugar es parte de él.
Comentario:
San Pablo le dirige este texto a la comunidad de Corinto. Lo hace con una preocupación principal: la comunidad está dividida. Varios factores están dividiendo a la comunidad:
- seguir a los ministros, en vez de a Jesús: «Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas, yo de Cristo».
- Algunos integrantes están en situación de pecado grave. (Adulterio, incesto, etc).
- Hay “partidos”, “facciones” dentro de la misma comunidad.
- Cuando celebran la Cena del Señor, cada uno se preocupa de su comida, sin mirar al otro.
- Es una comunidad rica en dones y carismas, pero se usan para beneficio personal, para sentirse mejores que los demás.
Por esto, Pablo les presenta esta imagen tan elocuente, la del cuerpo.
Miremos hoy nuestra comunidad como cuerpo.
Nuestra comunidad está formada por miembros diferentes, con carismas y dones diferentes, con virtudes y defectos, pero todos formamos un solo Cuerpo. Todos somos distintos, pero todos somos valiosos. Que la comunidad-cuerpo sea mejor, depende del aporte de cada uno.
¿Qué cosas dividen a la comunidad?
¿Qué actitudes lastiman a la comunidad?
¿Qué es lo que ayuda a sanar las heridas de la comunidad?
¿Qué actitudes construyen comunidad?
¿Qué es lo que Jesús espera de nuestra comunidad?
Pero hay una dimensión aún más grande. Nuestra comunidad es un cuerpo, pero inserta en otro organismo más grande. Somos parte de un barrio, no estamos aislados. Lo que pase en la parroquia afecta al barrio, lo que pase en el barrio afecta a la parroquia.
¿De qué manera crees que como comunidad podemos aportar a mejorar nuestro barrio?
El siguiente esquema muestra cómo estamos insertos en una realidad mucho más grande, de la que formamos parte. Al hacerse uno de nosotros, Jesús nos mostró que debemos implicarnos en esa realidad.
Oración por la comunidad.
Y quieres que edifique la comunidad.
Me quieres en comunión con los otros,
no para estar mejor, ni ser más fuerte,
sino para que sea yo mismo.
La comunidad es fuerte si espera.
La comunidad es verdadera si ama.
La comunidad es santa si cada uno es santo.
Ser comunidad es existir para los demás.
Es encontrarse con los otros.
Es rezar con ellos.
Es dar muestras de la propia esperanza.
Sólo así podremos acercarnos a los que no recibieron la fe
y ponerlos en tus manos.
Sólo así podremos sostenerla en los que a duras penas la conservan.
Seremos tus testigos,
no por lo que digamos,
sino por lo que seamos
y por todo lo que hagamos
por mostrar tu rostro
a los ojos de los hombres.
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