5. El Barrio Marconi crece. Se instalan nuevos vecinos. Muchos de ellos italianos que habían llegado a nuestro país buscando otros horizontes. Traían consigo sus tradiciones, sus múltiples destrezas en los más variados oficios y -demás está decirlo- en el arte de hacer buen vino. Traían también su fe cristiana. Una fe que era para ellos, ciertamente, un tesoro trasmitido de generación en generación pero que ya no podía vivir simplemente de rentas. Los cristianos del barrio necesitaban un lugar donde nutrirse, donde volver a escuchar la siempre nueva palabra de Dios, donde compartir la esperanza que ayuda a enfrentar la lucha cotidiana, donde expresar en el gesto ritual, en la catequesis, en la celebración sacramental lo esencial de nuestra fe: al interior de nuestra historia Dios mismo nos impulsa, nos renueva, nos invita a convertirnos y para eso necesitamos ayudarnos mutuamente. Necesitamos ser comunidad.
Todo eso en un mundo que ya "no era el mismo de antes", que cambiaba rápidamente y afectaba costumbres, valores morales, ritmo de vida. Un mundo que estaba, además, al borde una nueva catástrofe: la Segunda Guerra Mundial. En Uruguay asume un nuevo Presidente: Baldomir, y se vuelve a consultar la libre voluntad del pueblo a través de un plebiscito sobre la Reforma de la Constitución. La Iglesia de Montevideo está movilizada: se realiza un Congreso Eucarístico promovido por la Acción Católica y con gran participación de los jóvenes.
En este contexto es que la vieja Capilla de Ntra. Sra. del Santísimo Sacramento se va a transformar en la Parroquia de los Sagrados Corazones.
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