7b. Se necesitaban sacerdotes con verdadero espíritu misionero que pudieran emprender tan difícil tarea y en condiciones tan precarias. Por eso el Arzobispo de Montevideo, convocó a los Misioneros de los Sagrados Corazones. Así es que el 24 de Mayo de 1938 llegaron desde Buenos Aires 3 misioneros: los padres Roque Longo, José Calzone y Jacinto Tuccillo.
¿Por dónde empezar una misión tan exigente? Lo primero: un lugar donde vivir.
Fueron a vivir a una casa de madera vecina a lo de Bertucci, dormían en cuchetas y una vecina les pasaba el café con leche por el tejido.
Desde esa casa vecina, y a pesar de lo precario de la situación, se da un fuerte impulso a la incipiente comunidad parroquial: celebración de los sacramentos, enseñanza del catecismo a los niños, procesiones, fundación de la Pía Unión de los Sagrados Corazones, así como un grupo de Vicentinos que atienda las situaciones más extremas de pobreza. Se comienza a visitar las familias del barrio, para conocer su vida, sus inquietudes, sus dificultades y necesidades. Pero claro, no era en realidad un barrio: eran múltiples barrios que abarcaban una extensión muy grande. Las distancias y la escasez de vías de comunicación hacían imprescindible crear otros centros para la atención de las necesidades materiales y espirituales de la gente. Mientras el Padre Longo atendía la sede parroquial el P. Tucillo se dedicó a recorrer el territorio y fundar nuevas capillas con una energía, constancia y eficacia que hoy nos llenan de admiración, Con toda la gracia, habilidad y sensibilidad popular de un típico napolitano supo ganarse el afecto y la colaboración -no sólo espiritual- de los italianos de la zona.
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