3. Algunos de los que
recorremos las calles de nuestro barrio, de los que vivimos y sufrimos todo lo
que hemos dicho, somos miembros de la comunidad cristiana de la Parroquia
Sagrados Corazones. También nosotros nos hacemos esas preguntas y nos vemos en
la necesidad de elegir constantemente entre la resignación egoísta y el
compromiso solidario con los demás.
Pero necesitarnos motivos
para luchar, fuerza para cambiar, esperanza para no bajar los brazos cuando
percibimos nuestra debilidad o la de los demás. Por eso estamos aquí. Por eso
queremos celebrar los 50 años de existencia de nuestra comunidad. Porque en
estos 50 años muchos de nosotros hemos descubierto en la comunidad lo más
valioso que un hombre puede encontrar: el amor solidario y entrañable de un
Dios que nunca nos abandona y está siempre al lado de los pobres y los que
sufren. Un amor que se ha hecho visible a través del amor de tantos hermanos, a
través de experiencias compartidas en las que una fe auténtica los ha llevado a
elegir el camino más difícil del compromiso aún a costo de sufrimientos,
incomprensiones, persecuciones, exilio y cárcel.
En nuestra comunidad, a
lo largo de estos 50 años, hemos descubierto esa fe, de la que nos habla el
capítulo 11 de la Epístola a los Hebreos y que constituye lo más precioso de la
herencia cristiana. La fe por la que Abraham salió de su tierra arriesgándolo
todo y sin saber adónde iba, por la que Moisés rehusó las comodidades de la
corte faraónica y prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios, manteniéndose
firme en medio de las dificultades 'como si viera al invisible'. La fe por la
que los profetas soportaron burlas, azotes y cadenas, sin aceptar ninguna
transacción pues preferían alcanzar la resurrección, a un rescate que pretendía
desviarlos del camino de la justicia y la verdad.
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