En la tarde de hoy tuvimos un nuevo encuentro de lectura orante de la Biblia con la comunidad de la sede parroquial.
En esta oportunidad meditamos el texto de Hechos 18,1-11, donde contemplamos a Pablo comenzando su misión en Corinto.
El Apóstol llega a esta ciudad después del "fracaso" de su predicación en Atenas, una de las ciudades más importantes de la época, célebre por su cultura, por ser la cuna de la Filosofía, de los Juegos Olímpicos, los hermosas construcciones como el Partenón, etc. Esta experiencia le enseñó que no debe dirigir discursos elocuentes con frases bonitas, sino predicar solo a Cristo, y a éste Crucificado, para que las palabras humanas no debiliten la fuerza de la Palabra de la Cruz, es decir, del amor que se entrega para salvarnos. Llega a una ciudad que es lo opuesto a Atenas, por su fama de inmoralidad. Sin embargo, Dios le pide que predique en este lugar tan contradictorio, porque "en esta ciudad hay un pueblo numeroso que me está reservado".
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