Dios comunicó a la humanidad su plan de salvación a través de personas concretas, miembros de un pueblo y cultura determinada que vivieron y transmitieron su mensaje para el bien de toda la humanidad. Por ello puede decirse que la Biblia contiene tres tipos de inspiración: inspiración para actuar según el plan de Dios, inspiración para hablar en nombre de Dios e inspiración para escribir el mensaje que Dios quiso comunicarnos para nuestra salvación.
En la composición de los libros sagrados, Dios se valió de hombres elegidos que, usando todas sus facultades y talentos, obraron movidos por él, «para dejar por escrito todo y sólo lo que Dios quería». El Concilio Vaticano II reafirmó que la Biblia «es palabra de Dios» porque está escrita por inspiración del Espíritu Santo. Por eso usamos la expresión «palabra de Dios» al terminar las lecturas de los libros bíblicos en la liturgia.
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