Al estudiar la Biblia hay que tener en cuenta los siguientes siete aspectos.
De otra manera, es posible interpretar mensajes equivocados, e incluso contrarios a lo que quiso decir Dios a través de la Sagrada Escritura.
1. Recuerda que la Biblia es divina y humana a la vez. La Biblia es divina porque viene de Dios y él se revela a través de ella. Es humana porque fue escrita por autores humanos que reflejan su personalidad, conocimientos y cultura. Con palabras humanas, la Biblia nos revela la naturaleza de Dios, su plan para la humanidad y su obra salvadora en el mundo, llamada «historia de salvación». Todo llega a su plenitud en Jesús, salvador de todos.
2. Escucha a Dios que te habla. La Biblia nos permite un encuentro con Dios, que afecta a toda nuestra persona; cuando experimentamos su presencia, nuestro discernimiento es iluminado por su Espíritu. Cuando reflexionamos iluminados con la palabra de Dios, nos conocemos mejor: ¿quién soy yo? ¿Qué hago con mi libertad, mis valores y limitaciones?
La Biblia nos llama a ser hermanos con los demás y a construir comunidad; nos relaciona con la iglesia local y universal, y nos hace ver nuestra vocación personal en ella. También nos une a la sociedad y nos compromete a construir la Civilización del Amor.
3. Identifica el tema central del texto. Para comprender el sentido de un texto ayuda leer todo el capítulo y la introducción del libro. Los autores bíblicos escribían con un tema central. Por ejemplo, para saber lo que quería enseñarnos Jesús en la parábola del hijo pródigo, leer los dos primeros versículos del capítulo 15 de Lucas. Jesús respondía con esta historia a quienes lo criticaban por acoger a los pecadores. Esta parábola nos hace ver a Dios como un Padre que espera nuestra conversión para perdonarnos y abrazarnos, y se alegra al saber que un pecador se arrepiente (Lc 15 11-32).
4. Sitúa históricamente al autor y a los destinatarios del libro. Hay pasajes en la Biblia que sólo tienen sentido en la situación histórica del autor. La introducción de cada libro ayudará a conocerla. Por ejemplo, en Amós 5 21-23, Dios dice a su pueblo: «Odio, desprecio sus fiestas, me disgustan sus celebraciones... Aparten de mí el ruido de sus cánticos, no quiero oír más la música de sus arpas». ¿Acaso a Dios no le gusta que lo alaben? Examinar el contexto antes de llegar a conclusiones. La introducción a Amós dice que Dios envió a ese profeta para convertir a los ricos que explotaban a los pobres y al mismo tiempo participaban en fiestas religiosas. Por lo tanto, su mensaje es que Dios rechaza la hipocresía y la injusticia.
5. Considera el mensaje de la Biblia entera. Un sabio refrán dice «Usa la Biblia para interpretar la Biblia». La misma Biblia puede ayudarte a entender sus diferentes pasajes. Busca los «lugares paralelos» o «pasajes semejantes» de otros libros y recuerda que la revelación plena es Jesús, así como que no todos los textos tienen el mismo peso. Hay quienes se centran en un renglón bíblico, ignoran lo demás y llegan a conclusiones absurdas. Por ejemplo: algunas comunidades prohíben que las mujeres ejerzan puestos de liderazgo, apoyándose en 1 Cor 14 34, que dice: «que las mujeres guarden silencio en las asambleas». Ignoran que Pablo, en otras cartas, alaba a las mujeres que ejercían el diaconado y eran líderes en su comunidad (1 Tim 3 8-13; Rom 16 1).
6. Interpreta el mensaje desde la perspectiva cristiana. Encontrar a Dios en su palabra nos hace dirigir la mirada a nuestros hermanos. Conocer la Buena Nueva de Jesús nos lleva a transmitirla con amor a quienes nos rodean. El Espíritu Santo, que transformó y envió a los apóstoles en Pentecostés, nos llena de fe, amor y vida para proclamar la palabra. Como dice Pablo: «¡Y pobre de mí si no anunciara el evangelio!» (1 Cor 9 16). Es al vivir nuestra misión que crece nuestra comunión con Dios y se prolonga el encuentro con Dios al proyectarlo en los demás.
7. Atiende las enseñanzas de la Iglesia. Los católicos consideramos que para interpretar la Biblia, hay que seguir las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia. Los obispos tienen la responsabilidad de interpretar y enseñar adecuadamente la revelación de la Biblia. Ellos cuentan con la colaboración de expertos bíblicos, sacerdotes y laicos capacitados.
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