Para Mercedes Clara, autora del libro "Cuando el otro quema dentro", sobre la vida del sacerdote, lo principal de la obra de Cacho no fueron las viviendas o el merendero sino su trato con la gente del barrio. "Cacho los hizo sentir personas y para personas que no son tratadas como personas, eso es único", expresó.
"Desde el momento en que llegó se comportó como un vecino más. No usaba sotana ni se mostraba superior. Por el contrario, era un hombre humilde y sencillo que llevaba siempre lo puesto y que en una ocasión hasta le dio sus zapatos a un vecino para que pudiera ir a una entrevista de trabajo. "Él no era el líder que convocaba a las masas sino que era un hombre humilde que atraía por su personalidad de sencillez, de humildad y de servicio", opinó Mons. Sturla.
Según Clara, Cacho hizo que los vecinos pudieran "mirarse de una manera nueva" a sí mismos por el simple hecho que había alguien que los miraba y trataba distinto, incluso luego de sufrir episodios de violencia, donde le coparon la casa en la que vivía y hasta lo golpearon. Él seguía creyendo que valía la pena.
Pero para que sea declarado beato es necesario corroborar que ocurrió un milagro por su intercesión luego de su muerte y para que sea santo se requiere otro milagro ocurrido luego de su beatificación. El largo proceso que queda por delante hace que la causa de Cacho sea cada vez más urgente ya que son pocos los testigos vivos que pueden dar testimonio de su obra, explicó Clara.
"Qué más milagro querés que de un basural salgan viviendas, que de lo aparentemente muerte dé vida, que personas se transformen, que se descubran personas, que la pobreza no es algo dado sino que es un tema de todos y que tenemos derecho a vivir diferente. Todo eso que van viviendo ellos es el gran milagro de Cacho y podemos buscarle otros si se necesitan para beatificarlo y santificarlo. Pero ese es el milagro más profundo, ese proceso que transitan y que crean algo nuevo, ese nosotros que no existía", agregó Clara.
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