lunes, 27 de marzo de 2017

Cosas invisibles, cosas de Dios.

Acabo de tener una hermosa experiencia, de esas que llenan de esperanza.

Como ya publicamos, el sábado pasado demolimos el segundo garage, dejando el espacio pronto para en un futuro tener un lugar para reuniones y celebraciones al aire libre. En la limpieza sacamos mucho escombro, y descubrimos, debajo de enredaderas, una cantidad de ladrillos que nos sirven para construir un segundo banco, en ese espacio, para cerrar la ronda. 
Me preocupaba que esos ladrillos quedaran "sueltos" en el jardín. Lamentablemente, luego de un enero con varias visitas de los "amigos de lo ajeno" uno aprende a la fuerza a tratar de poner a resguardo lo que sea. Así salí a hacer un "trabajo de hormiga", llevando de a cuatro ladrillos al garage, para que quedaran bajo llave. 

Cuando llevaba un cuarto del trabajo hecho, algunos jóvenes del Centro Juvenil Ombú, me preguntaron si quería que me ayudaran, a lo que respondí "sí, con gusto". En poco minutos terminamos el trabajo, y se retiraron sin dejarme siquiera expresarles mi agradecimiento como me hubiese gustado.

Sé que esto no le llamará la atención a muchos, pero detrás de este hecho se pueden descubrir los hermosos frutos de un "trabajo de hormiga", que hacen los educadores con estos muchachos. Estamos hablando de jóvenes que para algunos vecinos son "los planchas", "los pichis que se juntan en la parroquia", los que gritan y juegan de manos; los vecinos que dicen estas cosas son incapaces de ver estas otras cosas, "cosas invisibles". Estos muchachos, sin que nadie les pidiera nada, se acercaron a ayudar, sin esperar ni siquiera un "gracias" a cambio. Esta actitud habla de sentirse parte de una comunidad, de sentir que la parroquia también es su lugar, de que cuando nos proponemos trabajar juntos podemos hacer cosas hermosas. Esto no es común en jóvenes de su edad, y habla de un trabajo invisible que hacen estos educadores, donde prima una mirada de amor, tal como la tenía el P. Cacho, y que Mercedes Clara recoge en su libro, "Padre Cacho. Cuando el otro quema adentro".

Cosas invisibles
Cuenta Cacho en una grabación para los amigos del exterior:
Mataron a Comanche, otra víctima inocente digo yo. Él andaba por malos caminos, pero inocente porque la sociedad lo agredió toda su vida. A pesar de eso él hizo obras que no se ven, por ejemplo, cuando iba a ayudar a la guardería; por ejemplo, su último gesto: salvar la vida de un niño. Le salvó la vida, fue lo último que hizo.
Te cuento como fue el episodio. Se encontraron dos muchachos del barrio, de la misma comunidad, y se pelearon. Cada uno después sacó un revólver. Comanche tiró al aire y, al lado suyo, se arrimó un nenito que lo quería mucho, entonces él, herido ya de un primer tiro, lo empujó hacia el suelo y le dijo «quédate en el suelo». Después recibió tres tiros más y él no tiró ninguno. Tiró solo el primer tiro, al aire, como para que el otro acabara. Y la prensa sacó un gran titular diciendo: «Malandras arreglan cuentas. Uno cayó muerto». Un título y después un pequeño artículo despachando vidas, contar una historia sin nombrarla. Dejando una imagen en la sociedad...
En estos momentos quieren proponer la pena de muerte para menores infractores, se dan cuenta... Y no ven, no se fijan, como dice San Pablo, en las cosas invisibles, no tanto en las transitorias. Dice Pablo, «fíjense en las cosas invisibles», como diciendo que podemos verlas, y las vemos, las sentimos. En el barrio hay tantos episodios de cosas invisibles que daría para escribir un libro.

Hoy, Dios me regaló tener esta experiencia. Qué bueno que nuestra parroquia sea un lugar donde se den estas cosas, donde podamos fortalecer la esperanza de que "juntos podemos" construir una realidad donde todos nos sintamos parte de una misma comunidad.

1 comentario:

  1. Hermoso gesto de los chicos Leo. Cosas q casi nadie ve ni valora.creo q si nos reunimos a charlar todos tenemos testimonios de chcos q la sociedad discrimina un un abrazo.

    ResponderEliminar