En la noche de ayer celebramos el 11º encuentro de la comunidad de Betania.
Reflexionamos sobre el capítulo 8º de la EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL AMORIS LAETITIA DEL SANTO PADRE FRANCISCO SOBRE EL AMOR EN LA FAMILIA, donde nos invita a ACOMPAÑAR, DISCERNIR E INTEGRAR LA FRAGILIDAD.
Compartimos un número de dicho capítulo que marca el rumbo de la actitud pastoral que debe asumir la Iglesia:
296. El Sínodo se ha referido a distintas situaciones de fragilidad o imperfección. Al respecto, quiero recordar aquí algo que he querido plantear con claridad a toda la Iglesia para que no equivoquemos el camino: «Dos lógicas recorren toda la historia de la Iglesia: marginar y reintegrar [...] El camino de la Iglesia, desde el concilio de Jerusalén en adelante, es siempre el camino de Jesús, el de la misericordia y de la integración [...] El camino de la Iglesia es el de no condenar a nadie para siempre y difundir la misericordia de Dios a todas las personas que la piden con corazón sincero [...] Porque la caridad verdadera siempre es inmerecida, incondicional y gratuita». Entonces, «hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición».
Además de la reflexión, celebramos el cumpleaños de Miguel, uno de los integrantes de la comunidad.
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