La reforma del lugar de las imágenes del templo fue una resolución del consejo parroquial. Pero detrás de esta decisión hay fundamentos teológicos e históricos que ahora compartimos.
La Cruz:
Fundamentos teológicos:
- En el plan del Padre, plan cósmico que abarca todo lo que existe, Cristo representa el corazón de ese singular organismo, casi ser vivo, que es la propia creación. Él es la clave que explica el universo y, sobre todo, la única posibilidad de redención , el Alfa y la Omega, la fuente y la cumbre, el primero y el último, la luz y el calor, el centro y la raíz, el sentido y la belleza de la existencia personal y de la historia. Cristo es quien alimenta y multiplica la vida, sólo él, lumen vitae, tiene palabras de vida (cf Jn 6,68) y es la fuente amorosa de la vida abundante (Jn 10,10).
- «Todo se ha cumplido» (Mt 5,17-18) en su muerte de cruz, Jesús ha realizado el proyecto de salvación del Padre para todos los hombres. Integrar es también esto: cumplir y dar cumplimiento hasta el punto de no dejar absolutamente nada incumplido y fragmentado. Y como sólo el acontecimiento de la cruz puede permitir.
- Nada, realmente, como la Pascua de Jesús puede dar sentido a toda cosa y a todo acontecimiento, incluso a lo que parece lo más insensato e injusto, porque la cruz ha sido exactamente el lugar de la verdad que ha dado sentido a todas las cosas, donde todas las realidades han encontrado su significado. En la cruz del Hijo se ha manifestado el amor del Padre; es el momento más elevado de la teofanía, donde estalla la verdad, del Dios amante y del hombre amado, del Dios que no vacila en bajar hasta lo más bajo para mostrar el amor por el hombre, transformando la muerte en vida y el mal en bien, y al pecador en justo.
- Nada, efectivamente, como la cruz proporciona al hombre la certeza de ser amado, pero del mismo modo nada como la cruz incita a amar, a hacer del amor el criterio de toda elección.
- La cruz revela el sentido de la vida y de la muerte para todo hombre, y el nexo indisoluble que une la vida a la muerte, nexo que está constituido por el amor, por el don de uno mismo: la vida nace del amor-que-se-recibe y tiende al mismo amor-que-se-entrega. Se vive y se muere por el mismo motivo, porque el amor recibido tiende por naturaleza a convertirse en amor entregado. Y todo esto se dice desde la cruz de Jesús, el Amado que no puede sino donar el Amor, en un gesto que es el más poderoso y expresivo símbolo del misterio de la vida y de la muerte del hombre.
- Nada como la cruz de Cristo puede dar sentido incluso a lo que parece no tenerlo, incluso a lo que parece maldito y rechazado, porque precisamente esto ha hecho el Crucificado en el leño.
- Por eso la cruz permite más que ninguna otra experiencia existencial integrar la vida, acogiéndola toda a su alrededor, incluso la vida pasada. El centro en torno al cual la vida entera puede girar y ser atraída es un centro de gravedad que atrae todo a sí, que da sentido y verdad, color y calor a todo, que permite al joven y al adulto no tirar nada de su existencia, es más, poder «recoger» todos sus días, incluso las migas, «para que no se pierda nada» (Jn 6,12) de la vida presente y también pasada, incluso lo que en su momento no se vivió bien…
- La cruz es este extraordinario centro de gravedad que atrae todo a sí y le devuelve energía, como Jesús, el crucificado, había predicho (cf Jn 12,32): cruz que eleva la tierra y baja el cielo, que recoge los cuatro horizontes y se hace encrucijada de todos nuestros caminos dispersos.
- Los brazos de Jesús, clavados y extendidos en un abrazo que ya no puede renegar, son las puertas del Edén abiertas de par en par para siempre y para todos, son un corazón dilatado hasta desgarrarse para dar sentido a todas las heridas, son acogida de toda criatura, alianza con todo lo que vive: génesis del hombre en Dios, porque el amado nace de las heridas del corazón de quien lo ama, es decir, el hombre nace del corazón traspasado de su Creador.
- Desde que un crimen horrendo, el más absurdo de la historia, se convirtió en mediación de salvación, desde entonces toda situación, hasta la más absurda y maldita, aun perteneciente a un pasado inmodificable, puede ser llenada de amor, ser sustanciada y motivada por una actitud de benevolencia, puede ser recordada con una memoria capaz de volver a dar significado a la historia, a pesar de todo. La cruz es el signo de que esto es posible, porque precisamente es lo que ha hecho Jesús: ha penetrado con su muerte de cruz en el abismo del no sentido y lo ha llenado de sentido , rescatando el pasado que condenaba a la humanidad.
- «Sólo a la luz de la cruz, donde un amor extremo ilumina una injusticia suma y el Rechazado constituye el ámbito de la presencia salvífica de Dios, es posible comprender cómo la negatividad de la historia puede constituir el fondo oscuro para divisar las huellas leves de la presencia divina. En la cruz, por tanto, adquiere sentido la trama entre lo negativo y lo positivo de la historia y la lectura de los signos se hace posible». (P. Amedeo Cencini).
Otros fundamentos:
- La Cruz estaba en el centro del Presbiterio, y ha "hablado" a tantas generaciones en nuestra comunidad. Ella estaba allí cuando el P. Cacho realizaba su tarea en el asentamiento. Ella ayudó a nuestra querida Lourdes a discernir la posibilidad de quedarse de misión en nuestro país; y tantos otros testimonios de lo que ella inspiró a nuestra gente.
- Es más acorde la imagen de la Cruz para simbolizar el patronazgo de los Sagrados Corazones, ya que, el Corazón abierto de Jesús en la Cruz es nuestra "entrada" para refugiarnos en Él, y ser salvados.
Jesucristo Resucitado:
Esta imagen fue colocada sobre la tumba del P. Cacho.
Creemos que expresa más adecuadamente la misión de Cacho. Él "sembró semillas de Resurrección" allí donde reinaba la muerte, la marginación, la desesperanza. Él contempló a Jesús crucificado en el pobre, y enseñó a nuestra gente el horizonte de la Resurrección, el horizonte del "hombre nuevo", un hombre que se eleva de la miseria gracias al amor de Dios que "hace nuevas todas las cosas".
Este Resucitado es el Crucificado, es decir, su Resurrección no anula su crucificción. El Resucitado conserva los estigma, las heridas de la Cruz, pero sanadas, resucitadas, y de este manera nos enseña que la última palabra sobre nuestra vida no la tiene la miseria, la marginación, el sufrimiento, la violencia, el odio, la muerte, sino que la última palabra la tiene el Amor, y la Vida nueva que Dios nos regala.
Por todo esto, creemos más apropiado asociar esta imagen a la obra de Cacho.