En la tarde de hoy, a pesar del frío, y con la ausencia del P. Leonardo quien se encuentra recuperando de una intervención odontológica, tuvimos un nuevo encuentro de la comunidad de lectura orante de la Biblia de la sede.
En esta ocasión meditamos el capítulo 11 de los hechos, donde contemplamos cómo Pedro tiene que justificarse por haber bautizado a Cornelio y su familia, y cómo crece la Iglesia en Antioquía.
Lucas narra las repercusiones de lo que Pedro ha hecho en Cesárea. La inauguración de la misión a los gentiles finalmente llega a saberse en Judea y, cuando Pedro vuelve a Jerusalén, los judeocristianos, desconcertados por su actividad, especialmente por su asociación con los no judíos, lo interrogan. En respuesta, Pedro se defiende y les hace un breve resumen de los acontecimientos narrados en el capítulo 10. La misión a los gentiles está inspirada por Dios.
Lucas continúa su relato de la propagación de la palabra de Dios desde su punto de partida en Jerusalén a otras áreas. Ahora que Pedro ha inaugurado oficialmente la misión a los gentiles, Lucas comienza con una declaración genérica sobre las consecuencias de la persecución que ha seguido a la muerte de Esteban. Una de las cosas buenas que ha resultado de dicha tribulación es la propagación del testimonio sobre Cristo resucitado a las ciudades importantes de Antioquía de Siria, de Fenicia, e incluso de lugares tan distantes como Chipre. Por primera vez los discípulos llevan la Palabra más allá de los límites de Palestina. Cuando la noticia del éxito de estos discípulos, aun entre los griegos o gentiles, llega a Jerusalén, la Iglesia decide enviar a Bernabé, prominente discípulo, que no pertenece al grupo de los doce, para que afiance y consolide a los que están trabajando en Antioquía.
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