1ª lectura: Isaías 5,1-7; Salmo 80 (79),9.12.13-14.15-16.19-20; 2ª lectura: Filipenses 4,6-9; Evangelio según San Mateo 21,33-46.
Queridos/as hermanos/as:
¡Qué bueno es Dios!, que nos amó tanto, que envió a su único Hijo para salvarnos por ser fiel al Proyecto de amor del Padre hasta la muerte, y muerte de Cruz.
¿Cuál es ése proyecto? La profecía de Isaías nos lo muestra con la imagen de la viña, que el dueño del campo sembró, regó y cuidó con tanto cariño. Él nos creó por amor para amar y ser felices; ésta era la buena viña que Él plantó. Pero, como hemos dicho varias veces, nuestros primeros antepasados rompieron su relación con Dios, y por eso, “produjeron frutos amargos” en vez de uvas.
Jesús retoma esta imagen de la viña, y la utiliza para denunciar la actitud de las autoridades religiosas, que debían ayudar a llevar al pueblo a Dios, y en vez de eso, rechazó a los enviados de Dios, y hasta llegó a asesinar profetas. Y prosigue anunciando lo que le sucederá a Él mismo: “Por último envió a su hijo, pensando: "A mi hijo lo respetarán". Pero los trabajadores, al ver al hijo, se dijeron: "Ese es el heredero. Lo matamos y así nos quedamos con su herencia". Lo tomaron, pues, lo echaron fuera de la viña y lo mataron”. Y así, al Hijo lo tomaron, lo sacaron fuera de Jerusalén, y lo mataron colgándolo de la Cruz. Pero gracias a esta fidelidad de Jesús hasta el extremo, nos reconcilió con Dios, y sanó todas nuestras heridas, convirtiéndonos en el pueblo de su heredad, en la nueva viña del Señor. Por esto Jesús se convierte en la piedra angular que los constructores desecharon. Tenemos dos explicaciones de la función de la piedra angular, ambas válidas para representar a Jesús. En primer lugar se deriva de la primera piedra en la construcción de una base de una cimentación de albañilería, importante, ya que todas las otras piedras se establecerán en referencia a esta piedra, lo que determina la posición de toda la estructura. En segundo lugar, podría referirse a la piedra "clave", que es la del medio más alto de un arco, que con su peso y posición sostiene el arco y el techo. En cualquiera de los dos casos, esta piedra es fundamental, tanto como base así como sostén de la estructura. Jesús, "desechado" por las autoridades de los judíos terminó siendo el Principio y Fin de todas las cosas; quién nos dio la vida y por Quien recibimos el acceso a la Resurrección. Al rechazar a Jesús se cumplió lo que Él anunció a los fariseos y otras autoridades de los judíos: "el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos" . El nuevo Pueblo de Dios está ahora formado por una multitud venida de los cuatro puntos cardinales, y quienes habían sido elegidos, decidieron autoexcluirse del Reino inaugurado por Jesús. Pero la dureza de corazón y entendimiento de fariseos y demás autoridades los llevaron a empezar a conspirar contra Jesús, para llevarlo a la muerte.
A nosotros, la fidelidad y el amor de Dios nos sostiene, de manera que podemos decir con San Pablo: "No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios.
Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús"; porque la última palabra no la tiene el mal y la muerte, la última palabra la tiene el amor y la vida gracias a la Cruz y Resurrección de Jesús.
A este Dios que nos ama tanto, vamos a pedirle que habite en nosotros su Espíritu, que custodie nuestros corazones y pensamientos, y nos llene con su paz. Y a María, nuestra Madre que nos ayuda, que nos regale sentir su ternura de Madre, y así, como dice San Pablo, que podamos poner en práctica lo que hemos aprendido y recibido, para que la paz de Dios habite en nosotros.
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