jueves, 14 de septiembre de 2017

25º Aniversario de la Pascua del P. Cacho III.

Introducción al audio del P. Cacho por Pablo Bonavía.

Yo me siento bastante conmovido a lo largo de todo este día, y muy contradictorio por lo que voy a hacer ahora. 

Cacho era una persona que no le gustaba hablar. Cacho pedía permiso para hablar, y a mí eso me parece una cosa tan importante, pedir permiso para hablar, sobre todo los que estamos acostumbrados a hablar mucho, porque hablar es tan fácil: puede servir para desenterrar lo más profundo de la realidad, o puede servir para encubrir todo lo que pasa. Y Cacho pedía permiso para hablar, porque él sentía que no podía apropiarse de aquel grito y de aquellas palabras que habían surgido del dolor de tantos hermanos y hermanas con los que compartía como vecino.

Cuando le ofrecían un micrófono, y ahora se lo vamos a ofrecer a él, gracias a una grabación especial que hizo Mercedes para nosotros hoy, cuando le ponían un micrófono adelante decía él: "no sé si hablar o no hablar, pero lo que pasa es que tengo adentro un grito que no puedo sofocar"Y a mí me gustaría conectar con ese grito, porque no me gusta hacer de Cacho ni de nadie, un culto a la personalidad, porque es dejar de lado lo que en el fondo él quiso ser y compartir con nosotros; conectar con ese grito que hoy sigue, ¡y cómo!, vivo en la sociedad y en el mundo en el que vivimos.

Ese grito y esa palabra que él no quería hacer suya, porque sentía que no era suya, para hablar de los cuales, él pedía permiso, y lo hacía cuando ya no había más remedio, recordamos mucho cuando lo invitaban de algún canal, de alguna radio, él se hacía acompañar por los vecinos y era dificilísimo sacarle una palabra a él, porque él quería hacer hablar a la realidad, si ustedes quieren, quería hacer hablar a Dios, dejar hablar, escuchar al Dios que habla desde la realidad, y no que él apareciera como el portavoz. Y yo creo que él nos conecta con eso, nos conecta no con adoradores del personaje sino con personas que han descubierto en la figura de cacho o su testimonio la forma de dejar que Dios hable en la realidad que vivimos y de comprometernos con ella. 



Ese grito que él escuchaba y sentía en los vecinos, no era la consecuencia de haberse comido un garrón a nivel individual, de tal o cual persona; no era la consecuencia de una circunstancia de que justito le había tocado a Juan o a Pedro a María, no; él en eso era de una lucidez impresionante, sin haberse detenido demasiado en grandes lecturas ni autores famosos, él percibía que ese grito nacía de toda una realidad en la cual, alguna manera todos somos víctimas, por supuesto, algunos más que otros. Porque él decía: "yo veo la violencia que nuestro sistema genera y que lleva a que haya tantos trabajadores de la clasificación que no tienen reconocimiento como tal, ni seguridad. Yo veo niños que me llegan a mi casa descalzos, para pedir un pedazo de pan (lo vamos a escuchar ahora), aunque sea pan viejo. Yo sufro la falta de herramientas de una educación que a veces no hace llegar a los que necesitan, justamente las habilidades con las cuales podrían ganarse la vida". Y él decía: "es que estamos divididos, estamos fragmentados por muros que no se ven pero son tremendamente excluyentes de mucha gente", y lo peor de todo -y en eso muchos de los que acompañaron a Cacho lo sentían muy vivamente- lo peor de todo, es que no nos damos cuenta, que si podemos decir que en el pobre está la fuente de nuestra liberación, no es porque hagamos propaganda populista: es que el contacto que el pobre tiene con la fuente de su dignidad, necesariamente no depende del tener títulos, de tener recursos, reconocimientos. Él decía: "estamos tremendamente colonizados por el mundo en que vivimos, porque nos han convencido de que si no tenemos tal o cual cosa,  o no hacemos que los demás dependan de nosotros no tenemos dignidad ni valor, ni reconocimientos". Y él decía: "sin embargo, yo aprendí de mis vecinos más sufrientes, que no podían basar su dignidad en ninguna de esas cosas,  que a partir de su experiencia, de su intuición, de su vivencia cotidiana, conectaba con una fuente que los llenaba de valor , de alegría, de ganas de festejar", ¡qué bueno eso! ¡Qué bueno!, que hoy nosotros podamos decir, esta es una celebración alegre, porque Cacho nos enseñó a descubrir que por debajo del sufrimiento injusto que vive tanta gente, hay una posibilidad de conectar con la dignidad que todos nosotros deberíamos ser capaces de conectar y que ya no dependa de lo que tenemos o de lo que recogemos como fruto de tal o cual circunstancia personal. 

Hace poco leía que Martin Luther King en un libro que se llama "La fuerza del amor", estaba en una cárcel, estaba meditando sobre este texto que acabamos de escuchar, y sobre el Buen Samaritano, la lectura del Buen Samaritano, y yo lo releía lo de Martin Luther King -y yo capaz que soy medio fanático- pero a mí siempre me da la impresión de que Cacho siempre le da una vuelta más a la cosa, ¡es impresionante! Yo no conozco a nadie que escuchándolo uno sienta que siempre está un  paso más adelante. Les digo lo que leía de Martin Luther King: él decía, "frente a un hombre herido, frente a un hombre castigado por la vida, frente a un grupo o una clase social, frente a lo que fuera, aquellos dos personajes, un sacerdote entre ellos, que pasaron de largo, se hicieron esta pregunta ¿qué me va a pasar a mí, si yo me hago cargo de esta situación? ¿qué consecuencias va a tener para mí, el que yo me detenga a hacerme solidario con este hombre asaltado por el camino? En cambio, el samaritano, el que no contaba, el que no sabía mucho de la religión verdadera, de la ortodoxia, se hizo esta pregunta: ¿qué le va a pasar a este tipo si yo sigo de largo? ¿qué le va a pasar a él si yo sigo de largo?" Y Martin Luther King descubría allí justamente en estos textos bíblicos una forma distinta de plantarse frente a la vida -no frente a circunstancias personales- frente  a un sistema, frente a una realidad social, en la que podemos poner el acento en nuestra vida, más allá de otras orientaciones profesionales, y circunstancias personales, la pregunta: ¿qué me pasa a mí, si me hago cargo de los que quedan fuera del camino, o podemos preguntarnos más bien: ¿qué pasa con este mundo de los que no cuentan si yo sigo de largo?

Sólo que Cacho da una vueltita más, como siempre: Cacho decía: "¿qué nos pasa, a él y a mí si yo sigo de largo?", porque el había descubierto que es precisamente en ese compartir  que los dos o los muchos, o todos, salimos transformados, no solamente qué puedo hacer yo por, sino qué me pasa a mí si yo no cuento con, también con los que no cuentan.

Así que esta tarde, como digo, siendo muy contradictorio, de alguna manera le quiero pedir permiso a Cacho para hacer de su palabra, la palabra que de veras, 25 años después de su Pascua pueda ser lo más auténtico y lo más fiel -no a lo que pasó antes- sino a lo que hoy sigue pasando, y a lo que hoy Dios nos sigue invitando a descubrir como posibilidad -no solo de compromiso- sino también de alegría, de esperanza, de sentir que estamos siendo aprendices permanentes de una fuerza y una palabra que no es nuestra pero que nos invita a la humildad a la sencillez y a la escucha. Entonces vamos a escuchar estas palabras que nos dirige Cacho.  

4 comentarios:

  1. un saludo a mi comunidad nos vivimos un año y medio junto a cacho y no alcanzan las palabras parad decir lo buena ´persona y pastor que fue ..........flia sanchez
    solidario,,,,nos presto 50 tablas de la antigua mausa p ela planchada de nuestra casa yo le hacia los pedidos q alguien me dejaba dinero p comprarle su comifda la cual donaba toda .........en fin mil cosas nos solo tenemos palabras de amor para el

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  2. tambien le pedi a DIOS POR INTERMEDIO DE EL POR LA SALUD DE MI HIJA Q ESTABA EN CTI Y SE PRODUJO LA MEJORIA .............YO NO SE SI FUE MILAGRO SE QUE DIOS PUSO SU MANO PERO SE Q CACHO INTERCEDIO,,,,,,

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