Casilda

Tomado de Revista Umbrales.

Casilda Aparicio.

Casilda nació en Granada, España, el 15 de agosto de 1939. Solicitó conocer la Institución Teresiana en Córdoba el 31 de mayo de 1955. Luego de un tiempo, la Institución Teresiana le pidió que viniera a vivir a Montevideo, Uruguay. Cuando llegó, además de convalidar su título de Maestra, comenzó sus estudios en Administración y lo hizo junto a un grupo de estudiantes que vivían en la Residencia Universitaria de la Institución Teresiana.
Trabajó en el Colegio y liceo "Pedro Poveda", acompañó a varias generaciones, en buenos momentos y en situaciones difíciles del país. También en la Residencia Universitaria. En su actividad laboral, con fuerte sentido de discípula y misionera de Jesús, fue dando pasos en la construcción del Reino en los gestos cotidianos que transforman las pequeñas cosas de la vida. Desde estos lugares fue aprendiendo a dirigir su mirada a otras realidades como fue el barrio donde hoy está la "Organización San Vicente". Lo hizo movida por la llamada personal, eclesial y de la Institución Teresiana a optar por los más pobres. Su manera no sólo fue irse y hacerse pobre con los más pobres sino construir puentes entre unos y otros. Las jóvenes de la Residencia realizaban tareas de apoyo escolar en el barrio, en policlínicas, poniendo sus saberes al servicio y dejándose transformar por el contacto con los más necesitados. Desde el Colegio, grupos de alumnos colaboraban en tareas de organización y construcción. Así es que hoy existe un grupo de voluntariado que lleva el nombre de "Timbúes", la calle en que los jóvenes construyeron una vivienda como tarea de voluntariado.
Se fue abriendo a la cultura uruguaya y acompañó a muchas generaciones de jóvenes del interior, sin dejar de formar en la conciencia crítica. Pedro Poveda, a una de las primeras teresianas le expresó estas palabras, felicitándola por su cumpleaños "En ti está encarnado el carisma teresiano".
En su contacto diario con la Palabra, Casilda fue conociendo a Jesús e identificándose con Él en las palabras, gestos y actitudes. Sabía que sus dones no eran su mérito sino acción de la gracia de Dios y asumió sus errores y sus debilidades. Hoy podemos decir como se dijo de Santa Teresa de Jesús: Humana y toda de Dios.
Amó la Iglesia como espacio de construcción de fraternidad, de servicio, de comunidad, alentando la esperanza. Vivió los desafíos del Concilio Vaticano II, Medellín y Puebla trabajando en una pastoral de conjunto desde el lugar de los más pobres. El unir fuerzas con otros, algo tan propio del carisma teresiano, la animó a participar en espacios de la sociedad civil.
Fue una mujer feliz porque conoció el proyecto de Dios para ella y vivirlo a pleno fue su alegría.
Algunos testimonios recogidos:
* Damos gracias al Señor por su profunda sensibilidad hacia las situaciones de pobreza y marginación de las personas y los grupos humanos, y por su apuesta, real y continua, por poner sus capacidades personales y los procesos educativos al servicio del cambio de las condiciones de vida.
* Su fe, su trabajo, su sonrisa, su abrazo, su ayuda, su preocupación, su amor... todo era vida en ella.
* Ahí estaba Cristo manifestándose en Casilda, porque de tanto sonreír, mirar, llevar la paz, acompañarnos como Cristo se lo pedía, se fue haciendo una con Él, hasta traerlo en medio de nosotros. Por eso, pensando en Casilda es más fácil creer en Dios. Porque con ella Jesús irrumpía en nuestras vidas, a través de un testimonio que no dejaba dudas de su habitar en ella.
Todo lo empezó y nada dejó definitivamente atrás, porque era perseverante en sus afectos y en sus gestos de presencia aún a distancia en tiempo o lugar.
Por eso, a partir de su Pascua, ocurrida el 11 de junio de 2008, el lugar privilegiado de encuentro con Casilda es la Eucaristía, porque donde está Dios, allí estará Casilda, que sigue en espera activa, ahora como intercesora por nosotros. 
Rosario Alves

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