sábado, 9 de diciembre de 2017

Muestra "Tendiendo puentes, derribando muros, generando encuentro".

En la tarde de ayer celebramos la Muestra "Tendiendo puentes, derribando muros, generando encuentro".

Como ya habíamos informado, el Centro Juvenil Ombú, el Proyecto Requetemiércoles, Valeria Álvarez, y Angélica Ferreira, presentaron sus respectivos trabajos, que podrán ver en las fotos.


Esta muestra se realiza apoyada en varios fundamentos. Tanto para el Centro Juvenil Ombú como para el Proyecto Requetemiércoles, es la oportunidad de mostrar lo trabajado durante el año; un trabajo que es muy rico, pero difícil de visualizar, porque implica procesos que se trabajan al interno de los espacios que ocupan; y los vecinos muchas veces lo único que ven a los chiquilines cuando entran y salen del terreno parroquial, sin imaginarse todo el trabajo, y el cariño que se pone cada día. Para la parroquia es una manera de ser fiel a lo que propone el P. Cacho de "Tender puentes, derribar muros y generar encuentro".

Mientras el barrio es noticia por la amenaza de un enfrentamiento de bandas, y varios helicópteros sobrevuelan nuestras cabezas, esta muestra manifiesta aquellas cosas "invisibles" de las que habla Cacho, cosas que no salen en la tele, procesos que implican mucho compromiso y energía, y cuyos logros muchas veces no tienen la espectacularidad que requiere esta "cultura de la imagen".

Todos los expositores tenían algo en común: sus vidas se encuentran en una continua lucha por salir adelante, yendo contra la corriente de una cultura que busca lo fácil y rápido. Ciertamente, no todo es color de rosa, hay marchas y contramarchas, porque somos seres integrales, y no vivimos en una cajita de cristal. Si la violencia está en el barrio, y por vivir en el barrio, parte de nuestro ser manifiesta la pertenencia a este barrio, es normal que esa violencia esté a flor de piel. Pero es una violencia, que como bien sabía Cacho, no parte de ahora; es el fruto de una larga violencia que se llama marginación, violencia que se ejerció desde hace medio siglo sobre los vecinos de nuestro barrio, y esto hace que muchas veces, esta violencia salga de manera irracional, porque tiene sus orígenes antes de que nuestros gurises nacieran.

Pero frente a esta realidad, la única respuesta es una mirada de amor. Aunque suene cursi, el amor es el único que puede salvar al barrio y su gente, pero el Amor verdadero, el que lleva mayúscula, no el de telenovela.

Por eso, felicitamos a quienes siguen trabajando por amor, esperando contra toda esperanza, sabiendo que hay semillas que tardan varias primaveras en germinar. Gracias a personas como ellas, es posible soñar un futuro diferente.

De nuestra parte, como parroquia, seguiremos intentando ser fieles a las enseñanzas de Cacho, que no son otras que las de Jesús, que nos dijo que "cada cosa que hagan por estos, mis hermanos más pequeños, por mí lo hicieron (Mateo 25).

Para ver más imágenes haga click aquí.

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