jueves, 29 de junio de 2017

4ª charla sobre el P. Cacho I.

Por distintas razones e imprevistos no hemos publicado el ciclo de charlas que estamos realizando con motivo de los 25 años de la Pascua de Cacho.

Tenemos mucho material para compartir, y lo iremos publicando.
Comenzamos compartiendo la última disertación, a cargo de la Dra. Esther Cidade, el Dr. Gustavo Castro, el Dr. Eduardo Aguirre de la Policlínica "Barrios Unidos".


"Y…….. Cacho, PRECISAMOS UN VETERINARIO"

Esas fueron más o menos, supongo yo,  las palabras que los vecinos reunidos, bajo el ombú le dijeron a Cacho cuando él les preguntó qué otra cosa precisaban. Estaban construyendo las viviendas, el comunal ya estaba hecho y todos o casi todos eran “pichis” como decía Thaelman, el herrero, o clasificadores como les gusta llamarse, con carro y caballos que dos por tres, comían bolsas y se enfermaban. La Facultad de Veterinaria queda lejos, las veterinarias de la zona cobran caro. Y en ese andar por el País Cacho, estaba en contacto con jóvenes de los grupos pastorales del norte que se vienen a estudiar a Montevideo, a fines del 79 o principios del 80. “Una de ellas Silvia Roslik le manifiesta su interés en hacer algo por el barrio ( apoyo escolar), como estaba estudiando veterinaria el le sugiere la idea de trabajar con caballos. Así es que  ella compromete algunos compañeros, Marcos Larre Borges, Patricia Carnevia, Cristina Urrutia y algún otro, que Cacho olvida su nombre y a un profesor Acosta que trabajaba en el Hipódromo y comienzan a atender, afuera nomás, en la proa de San Vicente, en Timbúes y Aparicio Saravia. En esos días queda libre un ranchito atrás de lo de Doña Elida y esa fue la primera veterinaria.

 En esa época eran todos ranchos, pero ya estaba encendida la esperanza porque se había logrado el terreno propio, en San Vicente, y se empezaba a soñar con casitas. Primero se construyó el Centro Comunal, un salón grande para reunirse, con baños para bañarse después de terminar el día de trabajo en las casitas. Acá viene la segunda etapa porque esa primera policlínica era un ranchito destartalado y los muchachos pedían otro local con mas comodidad y pensé en un localcito que tenía el capataz de la obra y el capataz no quería darme y al final les dio la mitad, o  sea una cuadradito de dos por dos enfrente a lo de Luis. Se le puso el agua (un tanque rojo) y una pileta.

Ahí estuvieron como dos años o más porque pasaron a Santa María en el momento en que José Alvarez deja libre la casita redonda que da sobre el callejón. Ahí fue donde el barrio le puso Policlínica Barrios Unidos. Fíjense que José fue el último en ocupar casitas nuevas. (Extraído de Entrevista realizada a Cacho por estudiantes 18/12/1990).”

En 1987 comienza la construcción de las casitas de Santa María y otra vez a mudarse a un nuevo local en Timbúes y Abel Chifflet, pero ahí ya se había comenzado a soñar con un proyecto de local propio. El grupo de estudiantes que se había formado genera dos proyectos uno para equipamiento de una veterinaria (con todo lo que a ustedes se les pueda ocurrir que lleva una veterinaria y más (25 mil dólares pedíamos)y otro para la construcción de un local que Cacho se lleva a Europa para presentarlos por allá. Cuando regresa vuelve con la noticia de que habían aprobado uno de los proyectos, el de los 25 mil dólares. Ahí hablamos con los donadores para cambiar la propuesta. La ONG holandesa CEVEMO es quien contribuye para la construcción del actual local que se inaugura el 25 de mayo de 1991.

Esta es la realidad de creación de un espacio físico de veterinaria en el barrio, pero que está lleno de sueños, de inquietudes sociales, de ganas de aprender, de trabajar con el otro.

Para este recuerdo me piden hablar de mí pero no puedo pues me sumé a un grupo que ya estaba en el barrio. Mi primera inquietud fue aprender para un examen de Equinos así estuve de marzo a diciembre de 1985. No sé cuando comencé a involucrarme con el trabajo barrial, con ese grupo que soñó campañas contra la sarna junto a compañeros de medicina y las realizó, que se reunía con asistentes sociales, psicólogos, vecinos, con inquietudes de saber como trabajar con el barrio, o sí, sé, fue cuando me pidieron que organizara la farmacia, por yo trabajaba en una farmacia y se suponía que sabía arreglar estanterías. A esas reuniones a veces caía Cacho que nos volcaba sus sueños: “hay falta de relación Universitaria con el pueblo, habría que armar otra cosa, donde haya representantes de todos los sectores, con gente de Medicina, Veterinaria, Magisterio, Arquitectura trabajando en el barrio” nos decía el 7/11/89, en un asado compartido en Facultad. Como yo comencé este relato me gustaría que otro de mis compañeros de andanzas contara los suyos.


Como hemos escuchado todos tenemos historias, relatos de nuestro pasaje con Cacho, que no terminan ahí. En el año 1994 la OSV viendo que ese grupo se iba desmembrando, se iban recibiendo y cada uno se volvía a su pago, realizó un convenio con la Facultad de Veterinaria para mantener el servicio y ahí entré como Docente. Y se siguieron haciendo cosas adentro y afuera de la Policlínica. Desde la atención, a los talleres en las escuelas, a la formación de agentes comunitarios en Salud junto con los médicos, con la participación de la Mesa de Coordinación Zonal, las maratones de lectura con actividades lúdicas en espacios diversos, dale color a tu barrio. Se han ido dejando marcas que siguen retomando las palabras de Cacho de mayor relación de la Universidad con el pueblo, aunque aún hay mucho que seguir haciendo.

Esther Cidade

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