miércoles, 10 de mayo de 2017

Padre Cacho: siguiendo el ejemplo del Buen Pastor.

Reflexión en base a las lecturas de la misa del cuarto domingo de Pascua.

1ª lectura: Hechos de los Apóstoles 2,14.36-41; Salmo 23(22),1-3a.3b-4.5.6; Epístola I de San Pedro 2,20-25; Evangelio según San Juan 10,1-10.

Queridos/as hermanos/as:

¡Qué bueno es Dios!, que en Jesús es para nosotros un Buen Pastor, que nos conoce, nos protege y nos guía a la vida plena.

Sé que esta imagen del pastor a muchos de nosotros nos resulta un tanto lejana, por eso tratemos de imaginarnos cómo era un pastor en la época de Jesús. Según me enseñó un biblista, la posición del pastor en el rebaño depende del terreno. Como San Juan escribe desde Éfeso, muestra a un pastor que va delante del rebaño, guiando, ya que es un terreno con acantilados y precipicios; es necesario que el pastor vaya adelante. En Palestina, en terreno más llano, el pastor va detrás, custodiando el rebaño de la presencia de lobos, además en este punto de vista es más fácil de ver si alguna oveja se separa de la majada. Es verdad que el pastor identifica a cada una de sus ovejas y les pone nombre. También es cierto que las ovejas reconocen la voz del pastor.

Pero la imagen que a mi me ayuda a entender la del pastor es la del maestro. El buen maestro conoce a sus alumnos por su nombre, y no sólo esto, que lo puede hacer el asalariado, sino que conoce la realidad que está detrás de cada alumno, le habla y enseña de acuerdo a la capacidad de cada uno, buscando siempre lo mejor para cada uno. Y terminado su horario, muchas veces se lleva muchas problemáticas en su mente y corazón, y se queda pensando estrategias para, al día siguiente, seguir apoyando a cada uno. El asalariado perfectamente podría sentarse en su escritorio, poner unas cuantas cuentas en el pizarrón, y esperar a que pase su horario; el que aprende bien, y el que no es porque no tiene con qué; no se cuestiona mucho, "todos tenemos problemas". 

Jesús es con nosotros este Buen Maestro que nos conoce por nuestro nombre, conoce nuestra realidad, nuestras angustias y esperanzas, alegrías y tristezas, y no nos abandona nunca. Como dice la bendición de la unción de los enfermos, Él va adelante para guiarnos, y detrás para protegernos, nos envuelve en su amor.

El Padre Cacho, como dice el Padre Pablo Bonavía, es esta parábola encarnada del Buen Pastor. Pero su liderazgo es diferente. Va en medio del rebaño, acompañando, siendo él como una oveja más, pero llega a ser como dice la expresión latina "primus inter pares", es decir, es uno más, pero los vecinos saben que no es como uno más, y se miran en él, y este espejo, como dice el libro de Mercedes Clara, les devuelve una imagen donde pueden reconocer su riqueza y dignidad, y ocurre una verdadera revolución, que nace del corazón de los vecinos. Cacho no llegó al barrio proponiéndose ser pastor, pero los vecinos lo identifican como pastor, pero uno diferente, que va en medio, pero con su forma de mirar y escuchar, guía, se convierte en referencia. No llega proponiéndose hacer obras. Éstas surgen del corazón de los vecinos, pero gracias a esta forma de estar y ser pastor de Cacho.

Pedimos al Señor, que nos ayude a, entre tantas voces que resuenan en este mundo, poder identificar la voz del Buen Pastor, el único que nos puede llevar a una vida plena. A María, Madre del Buen Pastor, le pedimos que nos ayude a ser para los demás buenos testigos de esta Buena Noticia de Jesús, que es la única que sana y salva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario